jueves, 15 de abril de 2010





Desde que enviudó comenzó a sentir un vacío tan negro que a penas podía levantarse de la cama cada mañana. Conciliaba el sueño a duras penas, después de horas y horas de darle vueltas a la misma angustia. Sus hijos hacía muchos años que habían volado. A penas los reconocía, cargados de obligaciones y usuras. Un calendario demasiado apretado para ceder una de sus páginas llenas de citas a ella, que los había parido y criado y querido. Toda una vida de duro trabajo resumida en una casa vacía, oscura, fría, irreconocible ya como propia. Hasta los buenos recuerdos habían cruzado la puerta una de esas mañanas y se habían escapado a otro lugar sin tan siquiera despedirse.

Se encontraba cansada, sola, triste, derrotada. Demasiado vieja para albergar un porvenir.

Durante las noches de insomnio (todas) empezó a trenzar una soga con las camisas y los pantalones de su difunto marido. Durante estos ocho años no había querido desprenderse de ellos, no por apego si más bien por costumbre. Procuró alternar colores oscuros (predominantes) con los pocos salmón o azul claro que encontraba en el armario. En una semana, justo cuando se cumplía su cincuenta aniversario de boda, la dio por concluida. Guardó los trapos sobrantes. Cerró los ojos aliviada. Por primera vez en mucho tiempo sintió que su cuerpo se abandonaba al sueño. Y durmió, plácidamente, sin sobresaltos, sin penas, sin esa angustia inseparable, como ese vaso de agua que siempre encuentras en la mesilla.

martes, 13 de abril de 2010


"No Compres suvenirs de animales exoticos"

*Campaña de RICHARD E MILLA

viernes, 9 de abril de 2010









Reconozco tus pasos, que trazan noche abajo
una línea distante entre la ciudad y yo.
Regresan del olvido para citarme al borde
de este mar de dudas que es mi casa. Hoy
que a penas alcanzo a apagar la luz
de tu cuerpo y me tiembla el pulso
cuando rozo levemente tu ausencia.

martes, 6 de abril de 2010

Lato en una línea que tal vez parezca difusa.
Me escondo sólo cuando no están dispuestos a verme.
Carezco de certezas, de dogmas, de metas.
Por contra, me alimento del aire que respiro,
de los sueños que albergo,
de la piel que amo.
Por ahora, no se me ocurre otra forma mejor
de caminar entre extraños.