martes, 1 de febrero de 2011

No encuentro frente a mi casa el blanco castaño que recuerdo.
No veo caer sus hojas plateadas al suelo húmedo de un diciembre ya fugado.
Esa sonata se altera sostenida por el viento solo, y su paisaje, difuminado en mis ojos, vaga entre el sueño y el deseo, entre el ansía y el olvido, entre las palabras que callan y todos estos silencios que se mojan. A la lluvia cantan todos esos pájaros que dejo escapar...