sábado, 24 de julio de 2010

Ella tiene ojeras en el alma, invisibles, irrastreables. Mira a un lado y a otro de la noche. No se aventura a cruzarla. Hubiera querido que su escalofrío la condujera a otro rostro, que los deseos no se hubieran pronunciado a favor de la locura. Ella hubiera querido que todo fuera un sueño, o un antojo, o un simple billete de tren que se rompe y se olvida. El destino es muy juguetón. Algunos dirán que puñetero. Pero guarda certezas, razones, y hasta pócimas para curar el espanto. Ella no lo sabe aún, pero le aguardan días claros, transparentes, lúcidos. Días para celebrar consigo misma; días para mirarse en otros ojos, en el mar, en la tarde; días para encontrar respuestas, para formular preguntas, para dejarse amar, para entregarse a la vida. Ella no lo sabe, pero ya tiene una cita a la que no va a poder faltar...

martes, 20 de julio de 2010

Debí intuir que en aquel mismo calendario
de fechas señaladas, de citas futuras,
de aniversarios, óbitos y obligaciones colgaban también,
invisibles, insignificantes, confusos,
esos sueños para los que nunca encontraste
un blanco disponible. Adivinarlo hubiera sido fácil
a poco que recordase...

lunes, 19 de julio de 2010

Ahora que sé
que caminas cerca de mi olvido,
silenciosa, observante,
descifrando lo que en mí no tiene vuelta
-ya sabes que mis esquinas son un tanto extrañas-.
Ahora que sé que te asomas
aunque sea brevemente
a este horizonte que dibujo torpemente
porque torpe son mis manos,
y te intuyo la sonrisa, la emoción,
el latido acelerado de niña
que descubre,
que recuerda,
que regresa a la sombra
del viejo árbol.
Ahora que sé
-ya desde hace tiempo-
que eres tú la que me ha estado cuidando...

miércoles, 14 de julio de 2010

Difícil este deseo de morder
la noche y no romperse
a llorar tu ausencia. Difícil
la curva de tu silencio
despidiéndose de mi vértigo
breve que escapa.
Difícil buscar y no encontar
en mi boca tu boca.
En mi vientre tu manos.
En mi espalda tu sueño.