martes, 29 de diciembre de 2009

Busco palabritas, como guijarros muy pequeños, para encontrar el camino de mi extravío, que es siempre el mismo, aunque a mi me parezca que los pasos son nuevos.
La tristeza descansa por fin de su insomnio de noches partidas. Ha cerrado los párpados y viaja ahora por un horizonte claro que presagia gotas azules sobre una luna blanca que va a estallar mañana, que voy a mirar mañana nuevamente. Procuro que mi cuerpo no se inunde de nostalgia y llevo la palabra gracias en la boca y en el alma...
Un año más estoy aquí, apalabrando los deseos, escribiendo cartas imaginarias con mis ilusiones, invocando a mis custodios para que, cuando realmente haga falta, me recojan el corazón del suelo y lo resguarden de los asaltantes, de los timadores, de los ladrones de alientos.
Me desato la lengua y lo pronuncio: Quiero no extraviar nunca la esperanza, pensar que puedo reconstruir parcelas de este mundo con mi risa, abrazarme al dolor de mis semejantes, olfatear el aire como un animal nuevo, volar por los aires todas las cometas de mi infancia, abolir mis miserias, los miedos, ofrecerme como un día despejado...
Quiero vestirme de mí misma, llamar a las cosas por su nombre, alimentarme de sustancia, temblar con el temblor ajeno y reconocerme en el vértigo de un adolescente. Deseo seguir deseando, no tenerlo todo, que mi madre continúe hablándome desde sus ojos grises de las cosas que le han sucedido mientras yo aún no era. No quiero hacer de mi corazón un nido en el que crezca la apatía, el rencor, la desidia común, el desapego, la avaricia, la miseria... Hay lecciones y verdades que no me sirven de nada. Quiero crecer y seguir creciendo. Y lo que quiero para mí igualmente lo pienso para todos los seres que amo y para los que aún desconozco.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cada vez que se me cae el mundo,
el mundo me levanta.

martes, 8 de diciembre de 2009

Todo se precipita en cuestión de segundos. En cuestión de segundos tu cara amable se transforma. Adquiere el gesto devastador de una ola gigante que ha de tragarme entera sin que yo pueda oponer resistencia. De nada sirve. De nada sirve que me quede callada. De nada sirve que cambie de habitación, que te otorgue las razones que nunca has tenido. Que intente salir por la puerta de tu vida`. Sólo quiero huir. Convertida en una cobarde incapaz de afrontar que hay cosas que no tienen marcha atras. Que una vez iniciada la rabia, esa rabia ha de mirarse en mi rostro.
Te odio. Ahora sí. Ahora que retengo en mi memoria, aunque sea un instante, toda la mierda que nunca te preocupó barrer. La barriste hacia mí.Hacia mí dirigiste la escoba. Y yo, que llevo demasiado tiempo oscilando entre el sí y el no. Entre el te comprendo y la locura. Entre el amor gigante y el odio que se lamenta, sé que no tengo alternativas.
Siempre habrá algo que se pueda hacer...
Siempre se puede elegir...
Siempre Hay una salida, racional, a todo los que nos sucede.
Y no es así. Aún siendo así. No lo es.
Daría cada gota de mi sangra, hasta quedarme seca como un árbol en medio de un desierto.
Daría mis años, mi tiempo, por salvarte y salvarme de este naufragio que se me escapa.
Izamos bien las velas. Aprovechamos los vientos favorables. Pero ahora, mis labios están resquebrajados. Se me rompen las palabras en gritos que apenas me pertenecen. Todo mi cuerpo es un medio ajeno. Convertida no ya en sombra sino en caricatura, siento los músculos golpear contra esta mañana, tan semejante a otras que ahora recuerdo y que, sin embargo, he mantenido al margen.
No puedo más. Debería bastar. Debería bastar decirte que te pares.
Cuando tú quieras. Está bien. Hazlo así. Pero yo ya no estoy. Soy un animal herido. Desconfiado. Incrédulo. Que siente demasiado y, precisamente por eso, cada vez siente menos.
Me voy a dormir.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Olfateo la lluvia de este diciembre quebrado. Los gatos andan locos de romances y se citan en los callejones oscuros, bajo las ventanas de un balcón cercano a mi recuerdo como si no fueran con ellos nada de este mundo, salvo la luna.
Olfateo la lluvia. La sienten los músculos de mi corazón que no llora.
La palpan mis manos desposeídas ahora que tu tacto no está en los alrededores.
La adivinan mis ojos tristes de vicio que no saben en qué nuevo portal se posarán mañana para tropezar con tu ausencia.
Lo murmura mi sueño mojado, frío, incoherente, que se despierta desorientado preguntando por mí.
Olfateo la lluvia de este diciembre que huele a cosas rotas. Pedacitos de nubes se asoman a mi cama. Descargarán, pienso, de una vez esta añoranza de precipitación tan lenta. Y me dejaré empapar, escurrir como un cristal o un lienzo en blanco.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Aminatou

ÉRASE QUE SE ERA una joven mujer pensante en el Gran Reino de Marruecos llamada Aminatou Haidar. Con 21 años fue recluida en las llamadas "cárceles secretas". Su imperdonable delito, armar su voz de razones y alzarla junto a la de su pueblo para exigir el prometido referéndum de autodeterminación del Sahara. Cuatro años permaneció cautiva, junto a otras hermanas también pensantes. Juntas sufrieron torturas y todo tipo de vejaciones por parte de los funcionarios del Gran Reino, que actuaba en ese entonces, y continúa actuando, con el beneplácito o la neutralidad de otros "Grandes Reinos" del mundo.
En el 76, cuando los colonos españoles abandonaron el Sahara Occidental (cuarenta y dos años después de haberlo ocupado), Aminatou contaba con 10 añitos. Su sonrisa seguramente fuese amplia, generosa; su tez dorada, hermosa como la arena de un hermoso desierto; sus sueños, claros y compartidos. Había oído hablar a sus mayores de la libertad, de la tierra, de la vida, de la paz, del futuro cercano. Sin embargo, tras la descolonización lo único que llegó fue el exilio, y poco tiempo después el olvido completo de su gente en los llamados campos de refugiados.
En 2005, iniciado ya este nuevo siglo de libertades ficticias, Aminatou, símbolo del activismo saharaui, es nuevamente condenada a siete meses de reclusión en la "Prisión Negra". Un mes después logra salir gracias a las presiones de organizaciones de apoyo internacionales, que denuncian el fraudulento juicio al que fue sometida, una vez más por el Gran Reino de Marruecos.
Ahora, en 2009, separada de sus hijos, sin posibilidad de regreso, permanece prisionera en el aeropuerto de Lanzarote, en esta tierra de nadie que es la nuestra, que olvida que no hace tanto éramos hermanos de nuestros hermanos; que calla, mientras nos dicen qué nuevas causas debemos apoyar y que consiente que una mujer pensante como Aminatou, que conserva la voz y transmite los sueños de su pueblo, sea una vez más condenada al silencio.




(* Hoy, en Lanzarote, se manifestarom unas 400 personas en apoyo de la activista saharaui. En las zonas ocupadas, más de 300 mujeres se han sumado a la huelga de hambre de Aminatou.)

jueves, 19 de noviembre de 2009

Incansablemente la miro. Sin que ella lo advierta, memorizo sus arrugas, sus ojos transparentes, sus escasas sonrisas, sus cuentos, sus recuerdos. Ha pasado el tiempo para ella, para mí, para todos. La vida misma ha ido pasando, doblegando su memoria, confundiendo sus movimientos, los nombres, las fechas, lo que hizo o no hizo hace un momento. Desgaste neurológico importante, diagnostica el especialista, que se afana en encontrar un nombre que etiquete lo que va a ser de ella de aquí en adelante. He dejado de tener miedo. La veo alegre, encendida, bella, como si con todo lo anterior le hubieran confiscado también pesados equipajes que nunca necesitó. Transita entre la lucidez y el despropósito, entre el sueño y el insomnio, entre la añoranza y el reencuentro.

lunes, 16 de noviembre de 2009

La letra minúscula de esta tarde me advierte
que no estoy preparada para una nueva tormenta.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Hay desiertos en los que ya nadie predica y espejismos que se venden solos.
Hay batallas que se repiten en el tiempo como un eco nefasto y luchas que nunca se iniciaron. Hay certezas que se ignoran y mentiras que apuntalan el mundo.
Hay olvidos imposibles y recuerdos desmemoriados.

jueves, 29 de octubre de 2009





No entres, pero no salgas...

Quédate un poquito más...

Háblame.

De ti...
De la luna...
De los océanos...
De los viejos pescadores de tu infancia...
De la lluvia tras tus ventanas...
De esa extraña tristeza que es tu sombra...
De los amaneceres sin sueño...
De los sueños...

No entres, pero no salgas...
Aún no.
Quédate un poquito más...
Y háblame...

miércoles, 28 de octubre de 2009






* Esta entrada está dirigida a La inspiración 2.0. No he podido dejarte un comentario. Por h o por b no he podido. Así que utilizo el olvido para recordarte. Ha sido mucho más que un placer leerte. Deseo que te vaya bonito. Que sigas creciendo. Y te agradezco todo lo dado. Un tesoro. Te echaré de menos.

sábado, 24 de octubre de 2009





Queríamos ser puentes tendidos, estrechados
cuerpos con un dialecto único,
manzanas mordidas sobre el escritorio
de una tarde de agosto. Caminábamos
sin brújula, con la vista puesta
en el mañana, tan extenso el horizonte
que nos cabía en las manos.
Queríamos ser un silencio entendible,
el rostro anónimo que sonríe en el cruce
de una calle al tropezarnos de frente,
la carta urgente que viaja en tren hasta la noche,
el amor sin causa que se dejaba mojar
bajo una lluvia imposible. Nunca
dejamos de creer que algo distinto
nos estaba esperando en los tristes portales
de la vida.

jueves, 22 de octubre de 2009

La sordera



AL SER HUMANO le cuesta escuchar, y por ende escucharse a sí mismo. Rinde culto al ruido, pero no aprecia el sonido, la melodía, el silencio; le molesta la interferencia ajena, pero con la misma elogia la palabra fácil, sin sustancia; se deja seducir por las alabanzas que nutren el ego o la soberbia, pero digiere con dificultad las críticas o la verdad de los otros que no son él; pretende conocer el mundo, resolver las ecuaciones diarias, pero no tiene tiempo para detenerse en las interrogaciones o en las dudas. El ser humano no sabe escuchar. O no quiere. O no le hace falta. El ser humano está solo porque ha olvidado demasiadas cosas en un trayecto que no tiene destino. Y corre el riesgo de quedarse sordo. Definitivamente.
No tengo el gusto de conocer en persona a Alberto Vázquez-Figueroa; no me he acercado a su extensa obra literaria; sin embargo, qué placer tan enriquecedor escucharlo. Detenerse en sus palabras llenas de ideas, de anécdotas, de aventuras, de vivencias, de entusiasmo, de esperanza, de franca denuncia. Si tuviera la suerte de encontrármelo, por ejemplo, en cualquier pueblecito, mientras cae la tarde, o la noche, o la mañana, lo retendría en el banco de piedra; me sentaría a su lado; esperaría entonces como lo hacen los niños, con algo de impaciencia, a que poco a poco rompiera él mismo su silencio y me fuera explicando despacito cómo es eso de que el agua nos pertenece a todos y hay ingenios capaces de devolvernos la vida sin pagar por su avaro goteo; él lo ha visto, lo ha ideado en su cabeza, lo ha explicado otras veces, entusiasmado, con las manos extendidas generosamente.
Le preguntaría al rato, ya en confianza, por esos artilugios denominados redes pararrayos tan eficaces para evitar que los bosques, que no son nuestros, no sufran año tras año la voracidad de los incendios. Y me hablaría, seguro, del mar y de África y también de la sordera. Y lo escucharía con los ojos llenos de asombro y gratitud. Como quien recibe una lección que lleva años esperando...

viernes, 16 de octubre de 2009

Entre tú y yo hubo siempre una corriente afín,
un consentido desequilibrio de curvas y rectas,
un temblor sonoro que nos hacía avanzar
hacia otro día tras haber quemado la noche
en nuestra hoguera. A la fuga
nos dabamos las manos y los pies,
intercambiábamos posiciones e identidades,
desordenábamos el mundo en herencia dado
para inventarnos el sabor de otro horizonte:
A higo la sombra de tu cuerpo.
A limón la risa conquistada.
A fresas el jugo de tu boca.
A manzana verde nuestro apetito.
Saltaba entonces el duende de la duda.
Tal vez la muerte fuese ese breve paréntesis
en el que agotadas descansábamos
la una de la otra.

lunes, 5 de octubre de 2009

Regreso.
Me llamo olvido.
En el filo de la noche se precipita mi vértigo.
Traigo los ojos anegados de templados paisajes,
de historias pequeñitas que caben en un temblor,
de otros ojos que se cruzan con mi piel.

Regreso y es octubre.
Inauguro zapatos, y miedos, y silencios...
Incluyo en mi equipaje las músicas del mundo.
Después de encontrarme en otro vértice
coincido conmigo. Sonrío. El viento del sur
me encuentra felizmente trastornada.

viernes, 28 de agosto de 2009

Tu piel me trae esta noche nuevos augurios.
Temblores letales en la cima del mundo.
Mi mente baila en la oscuridad sideral
de este escalofrío, cuenta estrellas en
todas tus curvas, entona melodías agudas
que parecen gritos imposibles,
se dispara como un vértigo
que siempre he ansiado.

Piel, dáme.
Dáme tu saliva,
tu esencia,
el rojo deshojado de tus labios,
la rabia de tus piernas aferradas
a la vida, el tacto
de tu tacto detenido
en mi escándalo. Dáme
el desasosiego, la marea,
la palma de tu mano alzada tras el combate
de tu cuerpo y el mío,
de tu muerte y la mía,
de tu suerte y la mía,
de toda nuestra sangre. Hasta la última
gota, la quiero en mí,
en mí tu descanso,
en mí tu infierno,
en mí el sol éncendiéndose,
en mí el mundo y su silencio.

sábado, 22 de agosto de 2009

Por siempre en la memoria

ME HE ASOMADO AL DÍA y se me han llenado los ojos de historias desconocidas, de tristezas profundas y privadas; de rostros y gestos y proyectos inimitables, irrepetibles, que se extraviaron en un vuelo corto y sin destino. Me he asomado al balcón de la memoria cuando mi propósito era olvidar tanto dolor sin cura, tanta ausencia sin remedio que no me pertenece. Hoy no pensaba hablar de aniversarios, de adioses imposibles, de reconstrucciones pequeñitas que sin embargo requieren un esfuerzo titánico. Hoy me proponía hablar del porvenir, de ese mañana donde cabe casi todo, menos el dolor. Porque un mañana triste es un horizonte al que nadie quiere asomarse, un balcón que se clausura...
No tengo rostros, sino sombras. No tengo certezas, ni historias, ni siquiera he hecho el esfuerzo de retener los nombres de los que hace un año y dos días perdieron su porvenir y se quedaron sin mañana. Cómo podría yo cuantificar tanta pérdida... Por contra, tengo dudas y un desasosiego que me hace girar sobre mí misma; tengo silencios que guardan luto y palabras de afecto que atesoro para cuando sirvan de algo; tengo parcelas de esperanza donde sembrar de nuevo la alegría y un saco de rabias contundentes contra el despropósito, contra el error, contra el olvido.
Hoy me he asomado al día, y se me han llenado los párpados de recuerdos ajenos, de dolores cercanos aunque los desconozca, de risas hermosas, de melodías preferidas, de uniones y confidencias, de parentescos y destinos, de hogares e islas, de océanos y rosas, de hermanos y madres y amigos, de desesperanzas y luchas, de soledades, de vértigos, de miedos, de vidas...

* A los familiares de las víctimas del accidente de Barajas del 20 de agosto de 2008 (y a todos los que sufren). Publicado el 22 de agosto de 2009

viernes, 14 de agosto de 2009

Caigo en la cuenta de que este blog es una suerte de espejo en el que se refleja mi caos. Admito que soy un pequeño desastre, que aunque cumpla y vuelva a cumplir, con los años, con los seres que están cerca, con el trabajo; aunque me esfuerze por creer en el sentido de un orden, mi naturaleza, la real, la que me hace ser silencio, la que me convierte en temblor, la que se estremece y llora por las cosas que ve y oye, la que sueña y sueña sin cesar, la que se debilita, la que no se anuncia nunca, la que ama sin comprender cómo, por qué o para qué, la que defrauda eternamente, es ésta: un caos ordenado que se empecina en estar, pero que ya se ha ido. Hoy me siento una extraña. Evito mirarme con los ojos de los demás. De aquellos que me juzgan y cuyo dictamen, lo reconozco, me ha dolido profundamente. Pienso sobre ello. Sobre la parte de razón, de verdad, en los que te observan desde el otro lado. Sé que la difícil soy yo. Siempre lo fui. Nunca, por mucho que me haya empeñado, he logrado explicarme, ni decirme, ni hacerme visible. Como si fuera imposible. También sé que pulso las heridas sólo para saber que están ahí, para que me hablen, para que me digan... Estoy cansada de los reproches, estoy agotada de esté asentimiento de culpabilidad tan infantil como indesterrable que tengo y me posee, estoy aburrida de las cifras, de las estadísticas, de las restas y las sumas alegres con las que hacemos balance de todo... Estoy harta de no entender que, en realidad, no hay nada que entender.

lunes, 10 de agosto de 2009

Hoy cumplí 42 años. No es que el acontecimiento sea importante. No es que la cifra me revele, a mí, verdades o mentiras desconocidas. No es que vea en las arrugas de este tiempo transcurrido o en las canas de este sueño signos de inquietud. No es nada de eso. Certifico el movimiento. No me gustó nunca soplar las velas y callarme los deseos. Prefiero, como hoy, detenerme a saludar a los perros que se cruzan conmigo mientras me persigue el viento, jugar con el mar, tragar agua. Salada. Salada... Como la piel, como las lágrimas, como esta vida que me sostiene y me tiene en vilo. Siempre en vilo.

jueves, 30 de julio de 2009

Esa breve distancia

PORQUE HUBO UN TIEMPO en que la vida se me antojó un proyecto oscuro, casi siniestro, que se iluminaba intermitentemente con la candela de mi propio latido;porque el mundo frecuentemente se transformaba en una geografía incomprensible, desprovista de puntos cardinales en los que apoyar la risa y la esperanza; porque nunca dejé de creer que estaba sola a medio camino de ninguna parte, a expensas de los vientos favorables. Por eso, estoy segura, llegaste tú hasta esta orilla, tan fácilmente, desmintiendo los pronósticos y mis silencios; obstinándote en abrir esta caja de Pandora que me contiene.
De puntillas recorro esta corta distancia que hace de tu cuerpo otro cuerpo distinto al mío. Sólo ese breve intervalo nos distingue, nos convierte en pronombres diferentes, en sueños paralelos que deambulan cogidos de la mano, recorriendo paisajes de extrañezas y asombros. En el felpudo de esta casa he dejado mis vértigos más antiguos, las crónicas de otras vidas semejantes, mi temor a perder esta partida en la que apuesto mi tiempo contra el tuyo.
Porque es tu temblor mi unísono y tu eco parte de mi estela; porque despiertan mis párpados y se abren al día preñados de ilusiones desnudas que a veces no sé cómo entregarte; porque tengo en la mochila un par de ausencias importantes y ciertas que comparto contigo cuando duelen; porque tal vez la vida continúe siendo en ocasiones ese proyecto oscuro que tu nombre ilumina y el mundo ese árido rincón del que nos escondemos para poder salvarnos. Porque hasta los gusanos de mi muerte han de saludarte cuando el tiempo me expropie la existencia, recorro de puntillas esa breve distancia para asomarme a tu cuerpo-precipicio.
Nunca una caída fue tan libre.

viernes, 24 de julio de 2009

REGRESO AL CALOR de las noches sin aire. Voy al encuentro de un agosto antiguo, umbilical, primero, casi propio. Si camino despacio, despojada de prisas y miserias, puedo fijar la mirada en mis olvidos, recordar los años en los que el tiempo permanecía intacto, jugando al escondite con las esquinas de mi infancia. Un tiempo que giraba sobre sí mismo y cuyas agujas, fabricadas con el acero de los meses, se detenían siempre en el mismo horizonte despejado.
Yo guardaba un manojito de años en cada bolsillo, y un cubo, y una pala, y unas gafas de buceo compradas a toda prisa en Galerías Preciados en los primeros días sin colegio, y hasta un cacharro sobreviviente del agosto anterior lleno de conchas y pequeñas caracolas que escondí al fondo de un cuarto sin luz, justo antes de que llegara el invierno arrastrando la soledad de sus abrigos.
Y allí, donde se iniciaba la anarquía del verano, con sus largas noches de lunas incendiadas y de series de Chicho Ibáñez Serrador, esperándome, estaba el mar. El mar con sus olas tranquilas y su soberbio azul. El mar, con sus peces invisibles y sus mareas cumplidas, arrastrando sueños en barcos de plástico que naufragaban siempre a la orilla de mis arrugadas manos. El mar, con sus reflejos brillantes y psicodélicos, como un calidoscopio que contuviese todo el sol del mundo en sus cristales. El mar, con su olor a sandía recién cortada, a after-sun, a bocadillo de tortilla de papas. El mar, sonoro como nuestra risa.
Y admito que me faltan años por cumplir para justificar esta nostalgia triste que me asalta a veces. Aunque más que nostalgia es extrañeza. ¿En qué cuarto sin luz habré escondido yo tantos veranos?

miércoles, 22 de julio de 2009









Me he instalado en un hermoso desierto, hecho de silencios y horas muertas. De sueños azules y horizontes lejanos. De fino polvo de oro. Admito que en este instante mi latido es lento, pesado, simple. He detenido el pulso, la conciencia, el ansia. Mis ojos quieren descansar. Posarse en algo bello. Volver a creer en el color, en el calor, en la vida. Me he instalado en un hermoso desierto.

lunes, 6 de julio de 2009

La luna deja caer su párpado blanco sobre mi sueño. Me destapo. Quiero recibir su baño.

viernes, 19 de junio de 2009

La rabia bombea mi sangre.
La puedo sentir enferma recorriendo mi cuerpo hacia ningún lugar.
Me ha infectado la mordida del desencanto.
Estaba desprevenida y sus colmillos se han aferrado a la yugular de este día sin que yo hiciera nada por evitarlo.
Siento las mejillas encendidas y el cerebro se me encoge como una esponja a la que se le ha prendido fuego.
Devastador este incendio.
Sus cenizas, los rescoldos, las huellas de tu paso.
El desierto.
La tristeza anuncia barra libre y no me deja salir a beberme el aire.
Tiene la llave de esta puerta cerrada aferrada a la palma de su mano.
Me arrincona en la misma esquina de siempre y me echa su aliento cobarde.
Sé que si la miro veré mi propio rostro.
Que si la interrogo será mi propia voz la que responda.
Y siento nuevamente cómo la rabia me posee, me viola, me despoja.
Una y otra vez.
Una y otra vez...
Como si este día tuviera 48, 64, 99, 102 horas. Años. Reencarnaciones.
Si pudiera entrar en el laberinto y extraviarme sería mi propio minotauro.
Me lamería esta herida dulcemente, con mimo, sin prisas.
Cada gota de sangre me daría el alimento preciso.
El corazón seguiría golpeándose contra las paredes de mi pecho. Su sonido, su eco, me devolvería a la tierra. Pero no importaría. Qué mayor muestra de que estoy resucitando.
En principio no distinguiría la mañana, la noche, los dioses ajenos. No notaría los colores que me faltan. No sabría restar o sumar. No habría cuentas que saldar...
Pero no doy con ese laberinto donde el minotauro acecha juguetón. Continúo sin aire, bebiéndome la tristeza, la rabia, el desencanto.
Ya casi estoy sobria.
Una copa más de este veneno y estaré curada.

miércoles, 10 de junio de 2009

Mujeres

SIEMPRE FUIMOS perseguidas, silenciadas, aniquiladas. Durante siglos sufrimos la incomprensión, el desprecio y la ignorancia de quienes nos creían débiles, sin alma, sin voz, sin destino. Aún hoy, la historia de las conquistas y de las guerras es una crónica sangrienta escrita con el llanto y el sufrimiento de las mujeres y de los hijos del mundo. En cualquier conflicto armado hemos sido siempre las víctimas de la barbarie masculina (por mucho que me pese ponerle género a la violencia). Aún hoy se obstinan en doblegarnos, en arrebatarnos la voluntad de ser, de pensar, de actuar. Y no se detienen en los insultos, no sacian su odio con los golpes; nos quieren saber sin pulso, sin latido, y hasta sin aire. Encerradas en una cajita sobre las que nos llorarán nuestras madres, nuestros padres, nuestros hermanos y hermanas, nuestros amigos, pero no ellos, que tanto dicen habernos amado mientras aprietan los dientes, cierran el puño, y se esconden. Seguimos fastidiando, sin duda. Fastidiamos cuando de niñas adivinamos las malas intenciones; cuando aprendemos a responder con un no; cuando paseamos solas por las avenidas de la vida; cuando conseguimos mantener casi intacta la alegría y sonreímos pese a todo; cuando renacemos fuertes tras cualquier catástrofe; cuando reclamamos lo que nos corresponde por derecho; cuando sostenemos este mundo fragmentado con nuestras debilitadas manos, como lo hicieran nuestras madres y nuestras abuelas, y mucho antes generaciones y generaciones de mujeres. Malqueridas o bienamadas.Muchas de nosotras desaparecemos. Poco a poco nos van apagando el brillo. A cuentagotas: hoy una, la semana que viene otro nombre para olvidar, y al cabo de un año nos hemos convertido en simple y pura estadística. Descansemos en paz.

lunes, 8 de junio de 2009

Inventar infidelidades resulta fácil.
Yo me atrevería a decir que es casi preciso.
Mas cuando nos preguntamos
cómo
y sobre todo
cuánto
nos queremos
y tenemos ya buscado
un tierno
y definitivo callejón
donde olvidarnos


(Este poema lo escribí en el 90 y que creo recordar que me molestaba un poco el concepto de amor que me rodeaba)

martes, 2 de junio de 2009

Homenaje

LA SOLEDAD ES también un homenaje al prójimo, escribió el señor Benedetti en un alarde de generosidad para muchos inaudito que a mí me ha mantenido pensando durante más de veinte años en mi particular tributo a los semejantes. Inicié por aquel entonces un magisterio de lo minúsculo del que aún no me he graduado y he intentado no cobrarles a las emociones mi miedo a perder lo que alguna vez pude haber nombrado como mío.
Por sus primaveras de esquinas rotas callejean aún mis sueños con los sentidos abiertos y expectantes, como un soberbio animal que aspira a descubrir el mundo. Intratable y maravilloso. Tierno y cruel. Lleno de sombras tiranas que pueblan la memoria y de silencios certeros que terminan doliendo como un tango arrabalero.
En su harén de nomeolvides he dejado descansar al desaliento, respirar a mi melancolía, consumir la rabia, menguar mis fantasmas y despedir las ausencias. Y he ido celebrando los cumpledías y mis afectos, como él recomendaba.
Hace más de veinte años que lo vi sentado en un café de la Gran Vía, atendiendo a una joven periodista. Vestía una sonrisa llena de tiempo detenido y sus ojos de niño parecían cansados y amables. Era el movido Madrid de los 80 y resultaba habitual y hasta cotidiano tropezarse en cualquier calle de Lavapiés o Chueca con actores, cantantes, poetas y gente de la farándula en general. Por entonces todos parecíamos iguales. Nadie corría tras de nadie, a lo sumo nos susurrábamos el asombro, la coincidencia.
Cuando me enteré de la muerte de nuestro querido Mario andaba yo fuera de la isla. Semanas atras había desaparecido Antonio Vega, otro gran y maldito poeta. Y digo maldito porque para eso los poetas ponen nombre a los tiranos, les cuelgan el cascabel a los verdugos, nos hacen llorar nuestros amores perdidos y temblar nuestros recientes hallazgos. Nos curan las heridas abiertas y continúan guerreando cuando todos se han ido. Para eso se adueñan sin remedio de las verdades que nadie quiere y se adoptan a sí mismos.
Y que sepan que no se dejó enfermar nunca el señor Benedetti por ciertos odios, lo mató el tiempo, simplemente. Inexorable y ateo. Se murió de años vividos.

lunes, 1 de junio de 2009

Palabras inútiles

"Lloro sobre una generación que es la mía y no existe.
Que no existe y la canto..." (Blanca Andreu)


De pronto los ojos se han secado como pájaros enfermos. Sólo una grúa dibuja antifaces sobre la pared de vértigo hasto donde no alcanzo a huir. Y es un mal viaje este tiempo pisoteado de palabras inútiles. Si únicamente hay sed de gritos disparados a bocajarro sobre la carne y su simulacro de signos trascendentes.
¿Cómo olvidarte entonces...? Si una joven difícil deambula sonámbula eternamentye vestida de domingo azul en los espejos y soy yo la atropellada, la desaparecida, la muerta que canta bajo jardines bellísimos su soledad sin dialecto...




(Esto lo escribí hace bastantes años. Y ahora lo recupero. Es gracioso, pero me sigo viendo en todo lo que redescubro tras años.)

viernes, 29 de mayo de 2009

A cada paso, un nuevo sueño de adoquín que late bajo la luna mora. Ella cruza el horizonte recogida en un manto de años que de vez en cuando sacude al viento. Tiene los ojos negros y como los toros ha aprendido a esconder su suerte. Mira pero no se deja ver hasta que ya está dentro.

jueves, 14 de mayo de 2009

Espejos

Pronuncio el nombre:
Infinita avenida
donde las sombras no son más
que una estremecida anécdota.

Más allá
aire sin voz.
La luna sangra.
Podría decirse que llora
su transparencia.
Asesinar imágenes
es
un duro destino.

jueves, 30 de abril de 2009

CALLEJERO

HASTA HACE poco tiempo uno se podía tropezar con tu paso alegre en cualquier calle de cualquier pueblo o ciudad. Llegabas normalmente solo, moviendo el rabo. Olisqueabas las bolsas de basura, marcabas tus esquinas, te parabas en los portales abiertos donde los niños jugaban para contagiarte con su risa de buenos augurios con los que combatir el hambre. Todos te conocían. Eras el canelo, el sato, el callejero. El que acompañaba siempre a doña Juana hasta la puerta de su casa. El que se apostaba a los pies de Andresito el “borrachín” para velar su sueño. El que ladraba cuando los extraños irrumpían en la plaza del barrio con su desasosiego. El que presentía la muerte de los otros. El que primero recibía la pedrada.
El destino de tus noches y tus días no se dejaba amarrar a un extensible ni tenían dueño tus afectos, regalados sin usura a los que, como tú, nada tenían.
Ahora pareces extinguido. No hay rastro de tu huella en mi mundo. Te han exiliado de las calles de estas islas y te han cambiado el nombre. Poco a poco te han convertido en un triste “animal de compañía” por el que nadie paga y al que muchos abandonan como a un trasto que no sirve. Tú, sato, canelo, querido callejero, permaneces en las perreras (ahora refugios) a la espera de que alguien sepa leerte el alma.
Mientras, nosotros, los humanos, nos llenamos la boca y hablamos de derechos, incluso de los tuyos. Pero cuentan que hace dos semanas un hombre tiró a la “mascota” de su novia por un puente, aquí, en Santa Cruz, cerquita del antiguo cine Greco. Cuentan que esa “mala bestia” se subió luego tranquilamente a una guagua. Cuentan que los aullidos del pobre animal agonizante se prolongaron toda la noche y que nadie, nadie, acudió.

martes, 28 de abril de 2009

Creo que hoy se me viene encima
un día inhábil, indócil, inhóspito y demás "in".
No sé. Un día de esos que no se dejan atrapar
por el cumplido reloj
ni el deber impostergable.
Unos de esos días que juegan al gato y al ratón
con la ropa planchada y el café recién hecho,
y tejen telarañas en las nubes
y hacen sumas y restas que no cuadran
con los desperfectos del mundo,
con las arrugas vecinas,
con las legañas del corazón.
Un día de esos en que incluso las miserias ajenas
se te hermanan. Y eres solidaria
con los pájaros y las avenidas,
con la niña que siempre llega tarde a la escuela,
con los pulcros funcionarios que no funcionan
y hasta te arrimas a los perros callejeros
para que te acaricien la mano
con su risa.

Y son días un tanto puñeteros.
Como amantes infieles que sin embargo regresan
siempre fieles a desordenar el preciso
orden de las cosas.
Y tal vez sea recomendable y hasta sano
desacostumbrarse a los días hábiles,
dóciles,
sustantivados.
Esos que engullen nuestra mayúscula vida
y nos la truecan por minúsculas exactitudes.

Tal vez sea bueno, pienso,
que se me venga un día de estos encima.
Como una catástrofe luminosa
que no requiere permiso
para ser.
Un día verbo.

jueves, 16 de abril de 2009

Muertos y vivos

SIEMPRE HA DICHO MI MADRE que hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos. Los muertos, por lo general, sólo buscan que se les deje en paz, aunque pueden aparecer, de vez en cuando, si se les reclama o necesita. Así que, a menos que uno “goce” de mala conciencia, nada se ha de temer de aquellos que, en otro tiempo, tuvo cerca. Sin embargo, los vivos... ¡Ah, los vivos son otras cosa! Los vivos –los que están aunque haga ya mucho tiempo que no se sientan el latido ni se vean reflejados en los espejos comunes– sí que asustan. Espanta la crueldad de sus acciones y el canibalismo de sus ideas. Espanta la falsedad de los conceptos sobre los que construyen el mundo y la nefasta herencia que luego abandonan en otras manos tan alegremente. Espanta la manera que tienen de aferrarse a la vida aunque sea a costa del aire ajeno. Espanta la impunidad de sus rencores y las parcelas que escrituran con su odio. Espantan ellos como un mal sueño que se prolonga imperturbable noche tras noche...Reza otro dicho que el miedo es libre. Es decir, que al menos en lo que concierne a esta cuestión cada cual puede temer lo que le plazca, aunque particularmente soy de la opinión de que el miedo radica en las vísceras y tal vez en la memoria.Sobre la generación de nuestros padres y nuestros abuelos planeó insistente el fantasma del hambre y la guerra, dos experiencias matrimoniadas que se obstinaron en contarnos cada vez que surgía la ocasión para que nosotros, hijos de la “democracia y el progreso”, nos convirtiéramos en su memoria. Sabían que la miseria que anidaba antes no estaba muerta y habría de regresar con nuevas razones. Su verdadero miedo era el olvido. También el mío.

martes, 7 de abril de 2009

Todo me pasa a mí

Me comentaba un amigo su intención de abrir un blog precisamente bajo este epígrafe. "Todo me pasa a mí" era la frase característica de su abuela, que la soltaba con todo su sentido trágico-cómico ante situaciones y hechos que la rozaban levemente. Por ejemplo, si el nieto se partía una pierna jugando al fútbol y llegaba escayolado a casa, ella soltaba: "Todo me pasa a mí". Si iba a comprar pan a la ventita y se había acabado ella soltaba: "Todo me pasa a mí". Y así sucesivamente... Reflexionando luego sobre el asunto me dio por pensar que acaso yo fuera también de esa clase de personas que en momentos determinados tienden sin querer al "todo me pasa a mí". Aunque después sea capaz de reírme de mi capacidad de edificar tragedias personales con cualquier piedrita en el zapato, y resulte que la piedra ni siquiere es mía. Aunque más tarde, una vez supere el obstáculo, imaginario o real, admita la exageración a la que tiende mi alma cuando siente. Esto no es malo. Tampoco es bueno. Es. Estos días, estos meses, están siendo duros. No sólo para mí. Y si hago memoria, y me esfuerzo en recordar, resulta que siempre ha sido así. Una sucesión de hechos milagrosos, nefastos, mágicos, aleccionantes, injustos, hermosos, leves y a la vez determinantes. No sé. Y ese todo me pasa a mí es verdad y es mentira. Las dos cosas.

miércoles, 1 de abril de 2009

Me resulta muy difícil mirar para otro lado, asumir la terrible miseria de espíritu de muchas personas con las que coincido en los pasillos de estos días laborables, callarme la opinión imposible, creerme las grandes palabras que presiden la mesa de los ambiciosos. ¿Democracia? ¿Igualdad? ¿Derechos legítimos? ¿Pluralidad? ¿Justicia? ¿Solidaridad? Basta echar una ojeada a tu realidad más inmediata para apreciar el pobre paisaje que impera: la crisis le está sirviendo a los empresarios para "gasear" a los incómodos y pisotear la dignidad de aquellos que llevan años ofreciendo su esfuerzo por un salario argumentando que en realidad, en estos momentos más que nunca, cualquiera puede ser prescindible bajo cualquier pretexto. En esta tesitura, el miedo es el caldo de cultivo idóneo para alcanzar la meta que toda su vida han codiciado los que creen tener su vida controlada a base de billetes: yo te ordeno, y tú obedeces. Aunque después salgan a la calle con en traje de la democracia y un lacito del color que toque para apoyar alguna de las muchas causan que descreen. Luego, están los añadidos, las hienas, los que se ofenden ante la decencia ajena, ante los escrúpulos de los otros. Los que se permiten el lujo de emitir juicios sumarísimos con nombres y apellidos pero a puerta cerrada, a sabiendas de que, en realidad, están hablando de ellos mismos. "Pobrecito mi patrón, que piensa que el pobre soy yo".
Me entristece. Me desencanta. Me asusta. Me enfurece. Me encoje. Me alarma.
Pero, vamos a mantenernos, erguidos, sonrientes, dueños de nosotros mismos.

jueves, 26 de marzo de 2009

Tormenta

El día trae tormentas y recuerdos que empapan el asfalto y mis pupilas, hoy cansadas de buscar grandes azules. Las nubes se encierran temerosas tras una puerta demasiado sólida para la que no tengo llave mientros escucho tronar al horizonte en un quejido que yo misma secundaría. Y en medio de un café de pronto se va la luz en esta isla que no está preparada para la lluvia. Del cielo gotean incesantes los presagios, que nadan inconscientes en los charcos que luego yo piso, sobre los que luego yo salto como una niña grande que no se cree nada. En el trabajo, a penas hay un cruce de palabras cortas, breves, desposeídas de estos rostros familiares que habitan la rutina de los días. Nada de buenas tardes. Nada de buenas noches. Incomunicación en medio de la comunicación. Se ha ido la luz y la memoria, se ha marchado la imaginación y se ha instalado usurpadora la miseria. La historias anónimas continúan revalorizando su silencio. Gracias a dios mi soledad se ha puesto hoy, con buen criterio, el querido impermeable, sus botas de agua y se ha quitado el reloj de la muñeca para no tener que consultar este destiempo.

martes, 24 de marzo de 2009

Dáme

Dáme un temblor de vida
que me espante el espanto. Mírame
una vez más así,
tendida, desnuda, despojada
de destino, tan pequeña,
tan nada que yo misma ignoro
como han de llamarme los demás
cuando me nombran.

Transmutación del paisaje

Toda la ciudad es un paisaje
de miradas lentas calles en blanco
risas uniformes.
Pero alguien decide transmutar el orden:
cincuenta y seis años y una mujer
se tiran del puente y la tarde
iniciada en azul
se torna roja.

viernes, 20 de marzo de 2009

Nada del otro mundo

Nada del otro mundo...
Hoy la luna continúa creciendo en blanco y negro
y te ilumina esa mueca de hastío que paseas.
Como siempre... demasiada gente.
Giras y giran las mismas canciones
brumosas de los bares
y sus miradas oscuras de náufragos
que deletrean nombres y cuerpos
en un vaso de alcohol.
Qué vas a hacer
cuando comiences a sentir
que la vida es mentira
y no te recuerdes alzando
la voz y la sonrisa
en medio de esta dinámica de lluvias,
pasos lentos,
stops y carriles
en una única dirección...
No me digas que estás cansada
porque tu soledad hoy cumpla años.
Que no sabes qué hacer con tu infancia.
Que te duelen los huesos de correr
tras el mismo sueño
para llegar siempre tarde
y con mala conciencia al amor.
No me cuentes la vieja historia
de que el tiempo pasa
y todas esas cosas.
Mira.
No ves que yo también
estoy cansada y un poco
borracha de palabras
y humo. Que fuera está
la noche creciendo como un niño
y que, además, no tengo
ni una sola razón que te sirva
ni me sirva como excusa.
Ven.
Vamos.
No hablemos más y déjame
abrigarte un poco.

jueves, 19 de marzo de 2009

Me pides

Me pides una palabra.
Un signo que te señale
o te ignore.
Que esta luna que me revienta llena,
como una incógnita imposible,
como un temblor de soledad cayendo,
derrame su conjuro sobre tu nombre
y se precipite suicida
a buscar en tu vientre
el animal silencioso de mi amor.

Guardas para luego,
para cuando el olvido planee
como nube y me cerque
en la noche de tu noche
una pequeña excusa
que tú creerás cierta,
un error de cálculo
que me hará retroceder
hasta el absurdo espacio de tu ausencia,
donde aún no he nacido.


Y es jodido reconocer que hoy
me dueles, que se me ha extraviado
la risa y la estrategia,
que este laberinto ingenuo
con vocación de isla
nostalgia tu cuerpo continente,
mi única patria.

Mi silencio se obstina en
no buscarte.
No quiere cuantificar
la catástrofe. Odia
las estadísticas, la lógica
rencorosa de los números.
Sabe que de nada sirve
sumar o restar
los desmayos,
la entrega por entregas,
la fundación de lunas
y lunares queribles.
Que por mucho
que multiplique o divida
las esquinas que mi deseo
ha escogido para amarte,
los buenos propósitos,
los infiernos comunes,
será una sola
la geografía perdida.
Una sola.

martes, 17 de marzo de 2009

LUZ

Tiembla el rojo tras los párpados
ansiosos que se abren por fin. Calienta la voz
que se aproxima duende. Declama la curva
de un poema imposible.
Ignoro cuánto tiempo llevo sentada aquí.
El frío ha pasado. Mis huesos lo saben.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Peinetas

Mi hermano, que es gemelo mío y estudió Bellas Artes, me pidió que escribiera unos textos breves para ilustrar un librito que quería hacer el mismo con una serie de grabados basados en unos diseños de peinetas que había hecho durante un curso de diseño de joyas. Esto fue lo que me salió. Ha hecho diez ejemplares que él mismo ha encuadernado y uno de ellos ya está en mis manos. Me hizo mucha ilusión escribir para él aunque el tema fuera tan "curioso" y, en cierto sentido, complicado. Me gustaría conocer opiniones.





Peinetas

–I –

Artilugio impensable.
Espada de cinco dientes.
Cálido metal.
Envidiada celda.
Bajo tu loco reinado
brilla mi cautiverio.


–II –

Péiname la vida. Dulcemente
recógeme el amor que se me escapa.
Entre tus líneas imposibles
conténme.


–III –

Negro su pelo negro
sujeto hermoso
a tu alfiler esclavo.
Tan cerca de mis dedos su roce
Y sin embargo tan tuya.


–VI –

Una sombra de mujer transita
la noche. Baja la calle coqueta
con la mirada altiva.
Se detiene un instante
para recoger su bucle
en tu capricho. Taconeando
se adentra en el largo zaguán
y antes de llegar
a la cita esconde sonriente
su suerte en los bolsillos.

–V –

Al carey de su peineta
se asoma rebelde el rizo.
La mejilla encendida.
Rojos y abiertos los labios,
que sin decir dicen.
Y entre las manos sujeto
un abanico de temblores
que de cuando en cuando
despliega con su risa.



–VI –

¡Dulce encantamiento!
Precipicio claro que alumbra
mi caída. Después de tantos sueños
regresas intacta
hasta mi cuerpo sola.
Y te desatas el pelo.
Y te liberas de ella.
Y sobre la mesa abandonas
este puñal con el que cruzas
el tiempo hasta encontrarme.

martes, 24 de febrero de 2009

Pudiera ser que esta noche de carnaval antiguo todo se confunda, como una risa que al unísono estalla por fin en carcajada. Pudiera ser que esta noche de incógnitas y disfraces, de roces casi anónimos y temblores colectivos, tú llegases al punto de encuentro, así, sorpresivamente, sin saber cómo, ni por qué, ni para qué. Pudiese ser que esta noche de luna ausente el lobo estepario estuviera acechando tu locura y decidiera invitarte a su teatro exclusivo. Allí, en ese salón rodeado de estancias, tocaría una gran orquesta de jazz. En alguna mesa cercana a la tuya te parecería reconocerme. Dudarías un rato. Observarías mis ojos que recorren el salón y no te evitan. Sentirías entonces cómo mi ceja se arquea y te reclama. Te levantarías en un impulso sin sentido y te acercarías a mí sin disimulo. No te haría falta ya preguntar mi nombre. Tú sabrías que detrás de este antifaz estoy yo y mi pálpìto extraviado. Jugarías entonces a no reconocerme. Te presentarías como se presenta un extraño. Acercarías tu fuego a mi cigarro buscando disimuladamente coincidir con mi piel. Y sentirías un escalofrío idéntico al mío mientras la música se detiene y todos se marchan y nos quedamos tú y yo reflejadas en un espejo gigantesco que preside el salón ahora ya vacío. Nos daríamos el mismo tiempo que nos ha separado. Continuaríamos la noche calle arriba hablando en susurros para escucharnos mejor. Al abrir la puerta de casa, acudiría nuestro gato, que nos miraría quitarnos el disfraz y caer rendidas las dos en nuestro incendio.

jueves, 19 de febrero de 2009

Regreso con las manos extendidas. Llenas de incógnitas sonrientes que me recuerdan que sigo respirando. La lluvia cae insistentemente sobre el desequilibrante asfalto, pero si apunto al horizonte este arcoiris antiguo me enciende como a un niño que acaba de descubrir los colores del mundo. He estado escondida un largo rato. Conteniendo la respiración con la ingenua esperanza de que no me descubrieran. Pero ha sido inútil. Al final resulta que soy un tanto transparente o que mis zapatos han ido dejando un surco demasiado evidente. En cualquier caso, en este callejón sin salida el tiempo ha dado para mucho. Acorralada y herida, me he defendido de las sombras, propias y ajenas, creyéndolas enemigas. Hasta que les he rozado la piel, y en mi temblor he ido recordando...

viernes, 23 de enero de 2009

Es gracioso cómo el destino, lejos de venir a disculparse, se empecina en hacerme la puñeta. O tal vez sea cierto que a esta encrucijada he llegado yo solita; eso sí, un poquito empujada por las circunstancias. Es mi sino. Llegar a un callejón sin salida en el que no estoy sola. Es verdad que siempre fui una persona reservada. Que desde mi infancia opté por silenciar aquellas verdades que tenían que ver conmigo y que sin embargo causaban en los demás pequeñas catástrofes que a mí me parecían gigantescas y desproporcionadas. Esa desmedida me hizo entender que había cosas, determinadas, que podía evitar decir, primero porque realmente no me hacía falta contarlas y segundo, porque lo que para mí era normal, en los adultos requería una serie de explicaciones que aún hoy me agotan. Comprendo que fui una niña compleja, extraña, enredada en sus musarañas. Tal vez como cualquier niño. No sé. Entiendo que en ese sentido no he querido crecer. Que conservo a buen recaudo la llave de este cofre donde guardo las cosas que no quiero explicar o cuantificar ante nadie y que, reconozco, son una parte importante para llegar a conocerme del todo. Pero ese es el problema. Nunca he necesitado que me conozcan del todo, porque no sé, francamente, como uno puede resumir lo que es, lo que ha sido, cómo actúa, lo que sientes, en todo momento, sin que se pierda uno mismo en esa misma explicación. Sinceramente, siempre me pareció muy difícil describir mi emoción ante las cosas. Sin embargo, existen muchos lenguajes para hacerse visible.
Y ahora... Ahora estoy en este callejón.

miércoles, 14 de enero de 2009

He tardado en regresar. Y me cuesta rellenar estas líenas en blanco. Asomarme a esta ventana y saludar al día. Mostrar cómo estoy, cómo me siento. Mis últimas batallas. Los fracasos vitales que arrastro como retos. Inicio estas líneas confesdo que estoy en una gran encrucijada. Mis ojos no consiguen bordearla. No sé cómo enfrentarme a ella. Creo que empezaré dándole nombre. Miedo. Tengo miedo a dudar de lo que he vivido. Tengo miedo a hacerle daño. Tengo miedo a la costumbre. A la inercia. A seguir porque los años pesan. Tengo miedo a sentir otras cosas porque no me siento libre para ello. Por ahora, lo dejo aquí.
De resto, es éste un reecuentro querido.
Saludos a todos.