viernes, 16 de octubre de 2009

Entre tú y yo hubo siempre una corriente afín,
un consentido desequilibrio de curvas y rectas,
un temblor sonoro que nos hacía avanzar
hacia otro día tras haber quemado la noche
en nuestra hoguera. A la fuga
nos dabamos las manos y los pies,
intercambiábamos posiciones e identidades,
desordenábamos el mundo en herencia dado
para inventarnos el sabor de otro horizonte:
A higo la sombra de tu cuerpo.
A limón la risa conquistada.
A fresas el jugo de tu boca.
A manzana verde nuestro apetito.
Saltaba entonces el duende de la duda.
Tal vez la muerte fuese ese breve paréntesis
en el que agotadas descansábamos
la una de la otra.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

morir, pero solo un ratito... solo para descansar y volver a empezar.

seguir recreandonos en vida, con los sabores y colores anhelados.

buen día señora Olvido, un té?

Arantza G. dijo...

A limón la risa conquistada...un poco ácida ¿no?
Para mí siempre ha sido dulce, ya sabes, para gustos...
Un Beso

Anónimo dijo...

Tal vez fuese un paréntesis pero para regresar con más fuerza, para volver con impetú a la vida.
Un abrazo grande.

marea dijo...

La muerte, para volver a dar paso a la VIDA ¡¡
Bellísimo.

Un abrazo enorme ¡