lunes, 30 de junio de 2008

El último café


Días y noches extrañas. Sensación de abandonar cosas conocidas. Te miro en la distancia como quien se está despidiendo. Tengo miedo de este último café que hoy regresa. Me tiembla el silencio, que adivinas escondo en los bolsillos para pagar esta antigua deuda. Tengo miedo de tu voz que me señala calles nuevas, animales nocturnos como yo que huyen de la luz de esta farola sobre la que se apoya la vida. La vida... que tanto cuesta sacar del desencanto, que no se disculpa, nunca se disculpa. La vida arrogante y tan pequeña, tan pequeña como un niño que nace todos los días.

El olvido imposible

No puedo ser la desmemoria. Convencerme de que el olvido es posible. Hoy, como ayer, como cuando tenía ocho, diez quince, veintiuno... La pena me duele y la risa me hace bien. El sueño es algo más que un espacio donde descansa mi tiempo. No puedo creer en que un día dejaron de existir las coincidencias y todas las esquinas de esta ciudad se doblaron de pronto bajo el cansancio de esta luna perseguidora que siempre tanganeó todas mis ausencias. No quiero olvidar lo imposible... lo que fue el aliento, el latido, la incognita.