domingo, 26 de diciembre de 2010

Procuro sacar algo bueno de mi fondo. Algo bueno. No tendría que ser tan difícil. Como de una chistera... Algo de magia... Ilusionismo... Meto la mano en la chistera hasta el fondo. No hallo nada. Ni palomas blancas, ni ases, ni conejitos blancos, ni cielos azules, ni sonrisas... Menos mal que no hay público... que hace tiempo que estoy sola y no como de esto.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

ELEGÍA A ENRIQUE MORENTE

El duende salta de la blanca cama a su pecho,
del pecho desnudo a su garganta,
y por la garganta seca libera quejidos,
quebrantos,
nombres,
desesperanzas
y un adiós que rompe el aire,
que quiebra el alma cansada.
Maldiciendo está su voz
la mala suerte que calza.

Le vela el duende la sombra
que lenta y sin tiempo escapa.
Ya no puede él empujarla;
atarla al presente que hasta ayer mismo
aguardaba; trenzarle una soga nueva
con sus viejas esperanzas
para que se detenga en el filo
de su navaja gastada.

Besos qusiera darle este duende
atormentado, al que le duele
el dolor de la muerte que lo llama.
Vestida de muerte sola.
Vestida de negra dama.
Tan fea está en su hermosura,
tan baja desde su atalaya,
tan tranquila en el reclamo que exige
el pago de saldos y cuentas
imaginarias.

Ladrona de alientos
-susurra el duende a su lado-.
Deja que se aproxime a su sueño
el olor de la mañana. Deja que su voz
despierte. Deja que sus ojos
canten.Deja que sus manos dibujen
en la noche de Granada el sonido de mis pasos
buscando el agua en la fuente,
la calle que callada esconde
la risa de muchas infancias,
el milagro del hombre que en mi herida
alimenta el hondo cantar de su raza.

Y ya no es duende el duende
sino ángel o hada.
Y ya no clava el puñal.
Y ya no exhibe la espada.
Ya no baja al ruedo
ni se baña en la plata
de esta luna que llorando
llena un vacío que espanta.
Pobre luna,
pobre duende,
pobre en su soledad Granada.

Por la cuesta del Albaicín va subiendo
el desconsuelo errante
en mudo llanto.
"Que se ha muerto el maestro Morente.
Que lo ha matado la muerte
callada".


* Con todo mi respeto al maestro

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Puede tener el extravío su propio sendero?

jueves, 25 de noviembre de 2010

Quiero que leas las entrelíneas. No las palabras torpes. Ni siquiera las bellas palabras. Sino lo que que está ausente y sin embargo late. Quiero que te detengas, aunque sea brevemente, en lo que silencio y escuches lo que no se decir, lo que no puedo decir, lo que no he aprendido, lo que no entiendo.
Quiero que me leas los años que llevo queriendo explicarme cómo amándote tanto no te he amado sino a instantes. Cómo habiendome amando tú tanto, aún me amas siempre.
Después de todas estas lunas.
De todos estos viajes.
De tanta distancia entre tú y mi nombre. Entre tu piel y mi alma. Entre tu alma y mi verdadero aliento.
Llevo siglos buscando. Como tú. Y ahora... Ahora pienso en todo el tiempo que ha de transcurrir nuevamente hasta que podamos coincidir y reconocernos al fin... sin aquella memoria devastada, bajo la lluvia sonriente...
Es curioso todo esto.
Tu temblor.
Mi risa.
Tu cautela.
Mi sueño.
Tu ternura.
Mi añoranza.
Tus historias.
Mi asombro.
Y las ganas de volver a verte pese a todo lo que sé que no cabe. Porque me asalta tu voz, y me puede el abrazo.
Quiero que leas entrelíneas. Que en ellas te detengas sin miedo. En ese breve espacio en el que soy y no soy.
Tal vez.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Cosquillas y sueños

DOÑA CARMEN NO ENTIENDE cómo se le ha marchado la vida tan sin tiempo, no como un suspiro breve, sino más bien como un lamento prolongado que ahora no se explica. De un tiempo a esta parte piensa mucho en estos asuntos, en esa ventana que los demás llaman vida y que ella no ha abierto nunca para que pueda entrar aunque sea a traguitos de luz. Claro que hay vidas que ella no quisiera, países que nunca calzaría, miserias que hacen de la suya un diminuto lunar en la vasta piel del mundo. Lo ve todos los días en la televisión, en esos niños flacos de amor y feos de hambre que siempre duermen, que parecen no despertarse nunca, en toda esas gentes que huyen de la nada con los brazos extendidos mientras pisan la sangre de su propia familia, en las guerras de acá y allá que dejan tras de sí tanta ruina, y en otras muchas catástrofes que a ella, aunque se le salten las lágrimas al contemplarlas a una distancia tan prudente, no le duelen... A cada uno le duele lo suyo, eso es cierto, para qué engañarse.
Cuando se le murió Eugenio sintió que las venas se le vaciaban. Algo extraño, pero más real que cualquier cosa. Ella creyó saber (quiso creer, ahora lo admite) que tras este gran seísmo todo se detendría, pero, en verdad, todo continuó pasando. Pasaron los años, pero mucho más rápido que antes, como si tuvieran prisa por llegar a una meta ya cercana. Qué ironía, qué antojo... Cuando era chica, el tiempo no la dejó crecer sino a pequeños estirones, unos pocos centímetros entre tantos y tantos meses de ansiosa niñez. No hubo cosquillas, ni abrazos, ni cercanía que la retuviera en esa corta edad que se hizo eterna.
Y ahora... de un tiempo a esta parte, piensa mucho en la vida, tan cercana de pronto, como ese aliento fresco que se le cuela en la habitación mientras lo ve dormir, tan pequeño su nieto, tan distintos su sueños al de los niños de la tele que la hacen llorar. Y pronostica que un día de estos, antes de que ya no quiera, o se le vacíen las venas nuevamente, o se le detenga todo, le va a buscar las cosquillas al enano, y no lo va a dejar crecer hasta encontrárselas...

viernes, 17 de septiembre de 2010

la huella que tus labios han de dejar en los míos
aún no existe, es sólo
el corto vuelo de mis ojos que se posan
en el mañana inventando un temblor
que ya es porque yo quiero. Porque yo quiero
desvisto este deseo. lo desnudo
a las puertas de esta noche, bajo la luna
temeraria recobra su silueta antigua
y su nombre
y su poder
y la memoria
de cosas que fueron hace tiempo,
distintas e iguales.
Mis ojos cerrados adivinan el curso
de la derrota, mi cintura
cayendo sobre tu centro, y
otra vez la duda, la distancia de la piel
después de amar, preguntando...

miércoles, 18 de agosto de 2010

Bjo la piel de esta ciudad envejecida se esconden sueños rotos, golpes de deseo que un día se preciptaron en un vértigo anónimo y que hoy nostalgian esa mordida feroz que les dio impulso. Bajo la piel de esta ciudad se ocultan deudas pendientes del tiempo ya vencido, las cartas urgentes que el destino extravió junto a tu nombre, los errores de la lluvia en septiembre mientras temblábamos y nos creíamos a salvo de todos los desastres posibles. Bajo la piel de esta ciudad la noche siempre tuvo una extraña vocación de herida, de reincidencia, como si no bastara con travestirnos en otros, con esconder nuestro silencio, con desertar de nuestra locura. Subíamos entonces a las azoteas para sentir el vértigo de todos los horizontes lejanos que ansiábamos descubrir. Caminábamos sobre la cuerda floja tejiendo una red con las palabras hermosas que se dicen los amantes recién amanecidos con la débil esperanza de salir indemnes de una caída que intuímaos inevitable. ugábamos a ser ilusionistas y nuestro circo latía como un animal ingenuo colmado de atenciones, como un joven animal que crece ignorando que la soledad es un muro que se alimenta de pequeñas traiciones. Qué extraño y que ajeno este paisaje ahora. Qué devastador el rastro de esta luna que no está llena sino simplemente harta. Qué terrible y qué simple este vacío que no concede treguas, que no guarda ni un solo callejón donde podernos tropezar de frente con lo que fuimos.

sábado, 24 de julio de 2010

Ella tiene ojeras en el alma, invisibles, irrastreables. Mira a un lado y a otro de la noche. No se aventura a cruzarla. Hubiera querido que su escalofrío la condujera a otro rostro, que los deseos no se hubieran pronunciado a favor de la locura. Ella hubiera querido que todo fuera un sueño, o un antojo, o un simple billete de tren que se rompe y se olvida. El destino es muy juguetón. Algunos dirán que puñetero. Pero guarda certezas, razones, y hasta pócimas para curar el espanto. Ella no lo sabe aún, pero le aguardan días claros, transparentes, lúcidos. Días para celebrar consigo misma; días para mirarse en otros ojos, en el mar, en la tarde; días para encontrar respuestas, para formular preguntas, para dejarse amar, para entregarse a la vida. Ella no lo sabe, pero ya tiene una cita a la que no va a poder faltar...

martes, 20 de julio de 2010

Debí intuir que en aquel mismo calendario
de fechas señaladas, de citas futuras,
de aniversarios, óbitos y obligaciones colgaban también,
invisibles, insignificantes, confusos,
esos sueños para los que nunca encontraste
un blanco disponible. Adivinarlo hubiera sido fácil
a poco que recordase...

lunes, 19 de julio de 2010

Ahora que sé
que caminas cerca de mi olvido,
silenciosa, observante,
descifrando lo que en mí no tiene vuelta
-ya sabes que mis esquinas son un tanto extrañas-.
Ahora que sé que te asomas
aunque sea brevemente
a este horizonte que dibujo torpemente
porque torpe son mis manos,
y te intuyo la sonrisa, la emoción,
el latido acelerado de niña
que descubre,
que recuerda,
que regresa a la sombra
del viejo árbol.
Ahora que sé
-ya desde hace tiempo-
que eres tú la que me ha estado cuidando...

miércoles, 14 de julio de 2010

Difícil este deseo de morder
la noche y no romperse
a llorar tu ausencia. Difícil
la curva de tu silencio
despidiéndose de mi vértigo
breve que escapa.
Difícil buscar y no encontar
en mi boca tu boca.
En mi vientre tu manos.
En mi espalda tu sueño.

miércoles, 16 de junio de 2010

Salto de olvido en olvido.
De sueño en sueño.
De luna en luna.
Me columpio en las incertidumbres propias
y subo tan alto que rozo
las certezas ajenas, para luego bajar
tanto
tanto
tanto
que tengo que alzar
los pies, cerrar los ojos y
apretarme la risa. De otra forma
me destrozaría la planta
de los días.

martes, 8 de junio de 2010

Entre dos aguas

RESULTA UN TANTO EXTRAÑO nadar entre dos aguas -aunque sepa anecdótica la circunstancia-; verse a uno mismo a medio camino de todo, entre el regreso y la despedida, entre la buena esperanza y la desolación ajena, entre lo extraordinario que es sentirse vivo y lo miserable de algunas existencias; sin saber muy bien qué sentido tiene detenerse en este punto inexacto y ambiguo que es el mundo, convertido tantas veces y a la fuerza en un lugar inhabitable en el que se nombra continuamente a Dios sin que esté presente. Pero al ser humano lo define la contradicción, es un ser colectivo, social, de manada, que, sin embargo, siente individualmente el peso de su propio destino y es capaz de pensar y elegir, de levantarse y reconstruir cualquier ruina, de nacer y morir sin ayuda de nadie.
En estos días plomizos en los que se inicia junio ando yo un tanto así, contradictoria; de esta manera extraña miro alrededor y me miro a mí misma; de igual forma, un tanto descreída, retengo la sonrisa inesperada que me surge de dentro y cuido cariñosamente de esta piel nueva que he mudado. Atesoro palabras viejas que hoy me suenan rotundas y hermosas, como colores indescriptibles que no quiero gastar dibujando el paisaje que los otros anhelan. De este lado, ando yo, así, confiando, dejándome amar por quien bien me quiere, buscando la sombra de los árboles somnolientos que habitan aún como un milagro las calles que transito, caminando despacito y con gusto, saludando a los que tienen ganas de mirarme a los ojos y abren sus portales para compartir el aire fresco. Del otro lado, me mantengo equilibrista en el silencio, empecinado y solo. No doy pan a perro ajeno. Que cada uno rebusque en su baúl, en sus recuerdos, en su horizonte, y rescate lo que aún le sirva y deseche lo que ya olvidó. Que cada uno decida por sí solo qué stop va a saltarse para cruzar la calle o qué colores querrá usar para pintar su casa; si está en disposición de tirar piedras sobre los tejados y salir corriendo. Yo ya no tengo edad para esconderme.

lunes, 31 de mayo de 2010

He mudado la piel y los sueños.
Tras el paisaje sosegado de finales de mayo releo
mis angustias, cansinas, pobrecitas, frágiles.
Respiro mar, y blanco, y palabras que me alimentan.
Respiro limones, pájaros, el frescor de la tarde, la luna distanciada,
casi desconocida. He logrado ralentizar mi latido, sobreexcitado. Me sobrevuelo curiosa, y me miro lejana. Qué falta me hace volver.

jueves, 15 de abril de 2010





Desde que enviudó comenzó a sentir un vacío tan negro que a penas podía levantarse de la cama cada mañana. Conciliaba el sueño a duras penas, después de horas y horas de darle vueltas a la misma angustia. Sus hijos hacía muchos años que habían volado. A penas los reconocía, cargados de obligaciones y usuras. Un calendario demasiado apretado para ceder una de sus páginas llenas de citas a ella, que los había parido y criado y querido. Toda una vida de duro trabajo resumida en una casa vacía, oscura, fría, irreconocible ya como propia. Hasta los buenos recuerdos habían cruzado la puerta una de esas mañanas y se habían escapado a otro lugar sin tan siquiera despedirse.

Se encontraba cansada, sola, triste, derrotada. Demasiado vieja para albergar un porvenir.

Durante las noches de insomnio (todas) empezó a trenzar una soga con las camisas y los pantalones de su difunto marido. Durante estos ocho años no había querido desprenderse de ellos, no por apego si más bien por costumbre. Procuró alternar colores oscuros (predominantes) con los pocos salmón o azul claro que encontraba en el armario. En una semana, justo cuando se cumplía su cincuenta aniversario de boda, la dio por concluida. Guardó los trapos sobrantes. Cerró los ojos aliviada. Por primera vez en mucho tiempo sintió que su cuerpo se abandonaba al sueño. Y durmió, plácidamente, sin sobresaltos, sin penas, sin esa angustia inseparable, como ese vaso de agua que siempre encuentras en la mesilla.

martes, 13 de abril de 2010


"No Compres suvenirs de animales exoticos"

*Campaña de RICHARD E MILLA

viernes, 9 de abril de 2010









Reconozco tus pasos, que trazan noche abajo
una línea distante entre la ciudad y yo.
Regresan del olvido para citarme al borde
de este mar de dudas que es mi casa. Hoy
que a penas alcanzo a apagar la luz
de tu cuerpo y me tiembla el pulso
cuando rozo levemente tu ausencia.

martes, 6 de abril de 2010

Lato en una línea que tal vez parezca difusa.
Me escondo sólo cuando no están dispuestos a verme.
Carezco de certezas, de dogmas, de metas.
Por contra, me alimento del aire que respiro,
de los sueños que albergo,
de la piel que amo.
Por ahora, no se me ocurre otra forma mejor
de caminar entre extraños.

miércoles, 31 de marzo de 2010

LO QUE NO ME GUSTA

NO ME GUSTA VER PASAR el tiempo tan rápidamente; sentir que de pronto fotocopio los días; sentarme a esperar a ver si por casualidad el orden inalterable de las cosas se conmueve y tolera un pequeño desliz en las cuentas, una sonrisa de más, un tímido temblor que justifique que uno esté vivo, aunque se trate de un lunes o de un martes. No me gusta levantarme con el corazón lleno de legañas y las manos vacías de estupor. Sospechar que en ocasiones he hecho del amor una costumbre. Una pequeña rutina. Una singular estafa. Sentir que me olvido con facilidad asombrosa de lo que quiero ser, de que por "h" o por "b" siempre termino aplazando esa cita para hablar conmigo misma y recordarme precisamente lo que no me gusta.
No me gusta mirar por encima del hombro al prójimo, aunque el prójimo evite coincidir con mis ojos y mis ojos lo comtemplen tan pequeño y tan solo. No me gusta ningunear la estatura de un alma que no conozco, imaginar que tras esa cortina que nunca se descorre en realidad no hay más que una miseria que no me pertenece. No me gusta haberme acostumbrado a prescindir de los silencios para explicar mis letanías, mi confusión, mi extrañeza; emplear la palabra como si fuera un mero utensilio, desnudarla de todo su valor, de su magia, de su poesía para vestir mis verdades de torpes argumentos. No me gusta pasar de largo ante la tristeza ajena, emprender la huida cuando me reclaman, tolerar que crezca esta vocación de cerrar puertas, elaborar estrategias para que no me duela el dolor. No me gusta.
No me gusta nadar y guardar la ropa. Sentirme con la obligación de jugar a complacer, a esconder, a mostrar, a callar, a olvidar, a juzgar, a condenar. No me gusta simplificar las opiniones que no comparto, invalidar los sentimientos que me sobrepasan, burlarme de las fobias del vecino, ignorar mis propios miedos. Pero, sobre todo, lo que no me gusta desde que era muy pequeña es tener que besar a las visitas.

martes, 16 de marzo de 2010

Lágrimas


Ruedan lentas, cosquilleantes, inseguras. Bellas.
Por la mejilla izquierda se deslizan
cual corriente precipitada que se abre camino
a través de la piel sensible, hiriente, que recuerda.
Sin embargo, a la derecha le cuesta.
Le cuesta no retener la tristeza.
Dejarla ir sin más.
Liberar el curso de este dolor
casi siempre invisible. Nuevo hasta para ella.
Por su rostro cansado las veo descolgarse como de un trapecio.
Una a una caen sin red.
Son antiguas.
Lágrimas de años de vida,
de años de sueños,
de años de olvido,
de años de lucha.
No son iguales a las mías.
Ni tan siquiera parecidas.
Vienen de un lugar más adentro
que el propio centro de uno mismo.
Y me desconciertan.
Me inquietan.
Me confunden.
Me desbordan.
Intento borrarlas.
Como si mis manos fueran el parabrisas de un coche
en una tarde de fuerte lluvia que desaloja rápidamente,
lateralmente, tanta precipitación.
Sin embargo, se mojan mis manos.
Se empapan mis manos de simplicidad.
Mis manos apresan esta humedad que viene de otro sitio
remoto y me habla de cosas que aún no entiendo.

martes, 2 de marzo de 2010

Finalmente, ella

ELLA ME MIRA. Medita mi presencia, que a su silencio se le antoja inesperada. Finalmente sonríe. De golpe se ilumina su rostro claro, y recuerda mi nombre, mi origen, mi infancia amarrada al patio de una casa terrera, con la que mi madre sueña casi todas las noches. Yo sé que ella se está yendo. Que los días son en este instante una sucesión de leves despedidas. Que este pulso contra el tiempo que mantenemos todos sin excepción posible es una batalla perdida. Así es la vida, un prolongado suspiro al que nos aferramos los que tenemos miedo a quedarnos solos, sin esa referencia antigua, primera, básica como el sustento o como el aire.
Yo la recorro. Me demoro en sus manos, que de un tiempo a esta parte parecen alimentarse de ternura, de gestos de amor almacenados. Observo curiosa su semblante, extrañamente vivo e infantil, que gesticula entusiasta, despojado de espejos. Desde el almacén de su memoria va rescatando retales de vida. Deshilvana hechos que fueron hace tiempo y entreteje con ellos historias que no han sido. Transita espontánea y sin reparos entre la tristeza y la alegría, como si se tratase de un camino de ida y vuelta que conduce siempre a un lugar distinto. Y habla y habla, como nunca lo hizo, de mi querida abuela, del dolor sin bálsamo, de las ausencias calladas, de cómo eran las cosas antes, de lo bien que sabe la comida cuando se cocina con amor, de los hombres, de las mujeres, y de los niños. Sobre todo de los niños... ¿Por qué será?
Yo escucho su voz casi irreconocible, al borde de la afonía. Con más afán que nunca intento retener todas sus recetas, todos sus sueños, todas sus angustias mientras me detengo en sus ojos, hermosos y grises, como determinados cielos, como ciertos días...

viernes, 5 de febrero de 2010

Ablación

HOY SE CONMEMORA EL DÍA CONTRA la mutilación genital femenina o ablación, una práctica aberrante que atenta directamente contra la vida de la mujer y cuyas horribles consecuencias a menudo se silencian en un claro intento de ignorar lo que a día de hoy le sucede a miles y miles de niñas. No se trata de una cuestión de cultura, ni de religión, sino de poder. Actualmente, una treintena de países africanos (y da lo mismo que sean católicos o musulmanes) consienten esta mutilación (aunque en catorce esté penalizada), cuyo nivel de agresividad varía en función de la zona en la que se practique. En lo que sí coinciden todas ellas es en el tremendo impacto que tiene sobre sus víctimas, que, si no mueren desangradas o a consecuencia de las infecciones (ya que la mutilación se realiza con cualquier objeto siempre que sea cortante) están abocadas a padecer durante toda su vida dolores horrorosos y, por supuesto, a no aspirar a ningún tipo de placer sexual. Para que se hagan una idea: la infibulación, la modalidad más traumática, consiste en eliminar, además del clítoris, una parte o la totalidad de los labios mayores. Luego se cosen los dos extremos de la vulva y se deja sólo un pequeño orificio para la salida de la orina y la menstruación. Imáginense cómo estas mujeres pueden mantener relaciones sexuales o dar a luz... Niñas de entre cuatro y diez años son entregadas para que se perpetúe una forma de esclavitud que está íntimamente relacionada con la sumisión al hombre y el poder que éste sigue ejerciendo sobre la mujer, que, una vez más, actúa de hilo conductor que consiente la barbarie y la extiende a las nuevas generaciones que ella misma trae al mundo. Últimamente se han constatado casos de mutilación femenina en países de América Latina y hay comunidades como la catalana que cuentan con planes de actuación específicos para evitar esta práctica en menores inmigrantes. Puede que a muchos de nosotros esto nos suene a “chino” y simplifiquemos el problema con etiquetas “lejanas” para no sentirnos parte de la barbarie. Lo cierto es que ocurre y yo, como mujer, como niña, como ser, me uno al día.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Ojalá pudiera creer que puedo
arrebatarle al tiempo
tanto tiempo extraviado.

martes, 2 de febrero de 2010

viernes, 29 de enero de 2010

A un paso estuve
de olvidar que tu piel
mordía.

jueves, 14 de enero de 2010

Una de piratas


CUANDO ERA CHICA me gustaban, en especial, las películas de piratas. Tal vez fuese por el mar, por las islas desiertas tan llenas de escondidos tesoros, por la ausencia de uniformes, por esa anarquía romántica que exhibían con descaro, porque, en definitiva, lo que los corsarios robaban a los soberbios galeones españoles o británicos previamente había sido hurtado en otros remotos continentes. Bueno, la realidad, al menos la que yo recuerdo, es que tampoco había mucho género entre el que elegir: estaban las de Tarzán, las del Oeste, las de piratas y poquito más (no me olvido de Robin Hood). En ese entonces tampoco había más cadenas que no fueran la Primera y La 2, y el cine, para todos los públicos (sin rombos), se ofrecía en el mediodía de los sábados. Yo nací en el 67 del siglo XX y pertenezco por tanto -así nos han catalogado- a la llamada Generación X, una "camada" inconformista, algo protestona, en muchos casos existencialista, a camino de muchas cosas y de nada... También nos llegaron a calificar de perdida, y puede ser que sea cierto, porque el caso es que yo aún ando buscándome, intermitentemente, entre los días y las noches. A los descendientes de esta generación, la mía, los han venido a denominar -ahora mismito me he enterado- Generación XD, en este caso caracterizada por ser la primera con mentalidad digital. No me pregunten lo que significa esto ni quién es el encargado de matricularnos así (aunque también pudiera ser que nos clasifiquen por tallas). Al parecer, se trata de adolescentes con una clara conciencia social, optimistas y que utilizan las nuevas tecnologías para "generar un impacto positivo en sus vidas y en su comunidad". ¿Cómo se les queda el cuerpo? Lo interesante es que parte de esta nueva generación (XD), que ha crecido y se ha expresado vía internet, y parte de la nuestra (X) se está movilizando contra las medidas antipiratería que pretende aprobar el Gobierno y en defensa del libre intercambio a través de la red. Prometen dar "caña" durante los meses que dure la presidencia española en la UE. Están hartos de que los tilden de piratas, o sea, de ladrones. Y es que la cultura no se roba, se ofrece y se comparte como un tesoro común...

viernes, 8 de enero de 2010

Búscame al sol de esta noche
un poco delirante, cargada
de acertijos, de simples verdades,
de piel, huesos y nada.
Recuerda que siempre hay una esquina
en la que poder descalzarse...

jueves, 7 de enero de 2010


Tiempo de hojas muertas, de paraguas, de fuertes abrigos, de música triste.
Equivoco las buenas intenciones. Termino como empiezo. Tropiezo con tus ojos que no están, con tu piel apenas conocida, con tu sueño profundo, con mi brevedad ostinada, con los nombres que antes cicatrizaron sin mí...
Cómo explicarlo. Elijo que algunas de mis noches lloren fados, callejeen sin rumbo pisando charcos de otras ciudades invisibles que me habitan. Elijo la bella tristeza como pareja sin más propósito que escucharme el latido y escucharla mientras va apalabrando todo lo que yo aún no he pronunciado.
Tu ojos tal vez no me vieron. Seguro que no me vieron mientras el insomne deseo, mientras me entregaba al blanco de los foleos para exorcisarte, mientras abría la puerta de las estaciones pronunciando tu ausencia.
Es tiempo de tiernas corazas y amargas despedidas.