
Reconozco tus pasos, que trazan noche abajo
una línea distante entre la ciudad y yo.
Regresan del olvido para citarme al borde
de este mar de dudas que es mi casa. Hoy
que a penas alcanzo a apagar la luz
de tu cuerpo y me tiembla el pulso
cuando rozo levemente tu ausencia.
4 comentarios:
Los recuerdos se dan cuando menos lo esperamos. Como una mano hurgando en el vientre. Reconozco esa sensación de la que hablas. Mejor olvidarla en medio de la noche.
Un abrazo grande.
Hola Yurela. Sí, eso tiene los recuerdos, que cuando cobran autonomía hacen y deshacen. Van y vienen sin permiso... Besos niña.
A veces me pregunto por qué es tan borrosa la línea entre el deseo y el dolor. La ausencia quizá sea la mejor excusa que me doy para recordar lo imposible, la distancia la puerta para fantasear con lo que no puede ser.
... ha volado antes de enviarte un beso ;)
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