martes, 2 de marzo de 2010

Finalmente, ella

ELLA ME MIRA. Medita mi presencia, que a su silencio se le antoja inesperada. Finalmente sonríe. De golpe se ilumina su rostro claro, y recuerda mi nombre, mi origen, mi infancia amarrada al patio de una casa terrera, con la que mi madre sueña casi todas las noches. Yo sé que ella se está yendo. Que los días son en este instante una sucesión de leves despedidas. Que este pulso contra el tiempo que mantenemos todos sin excepción posible es una batalla perdida. Así es la vida, un prolongado suspiro al que nos aferramos los que tenemos miedo a quedarnos solos, sin esa referencia antigua, primera, básica como el sustento o como el aire.
Yo la recorro. Me demoro en sus manos, que de un tiempo a esta parte parecen alimentarse de ternura, de gestos de amor almacenados. Observo curiosa su semblante, extrañamente vivo e infantil, que gesticula entusiasta, despojado de espejos. Desde el almacén de su memoria va rescatando retales de vida. Deshilvana hechos que fueron hace tiempo y entreteje con ellos historias que no han sido. Transita espontánea y sin reparos entre la tristeza y la alegría, como si se tratase de un camino de ida y vuelta que conduce siempre a un lugar distinto. Y habla y habla, como nunca lo hizo, de mi querida abuela, del dolor sin bálsamo, de las ausencias calladas, de cómo eran las cosas antes, de lo bien que sabe la comida cuando se cocina con amor, de los hombres, de las mujeres, y de los niños. Sobre todo de los niños... ¿Por qué será?
Yo escucho su voz casi irreconocible, al borde de la afonía. Con más afán que nunca intento retener todas sus recetas, todos sus sueños, todas sus angustias mientras me detengo en sus ojos, hermosos y grises, como determinados cielos, como ciertos días...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pocas cosas recuerdo de ella, apenas si oigu voz, pero su sonrisa me mataba. Es lo mas fresco que permanece.

bello

Yurena Guillén dijo...

Qué triste y qué hermoso a la vez...
Siempre es mejor irse despidiendo con calma, sin prisas, como un intento de re-conocerse.

Un abrazo muy grande.