viernes, 24 de julio de 2009

REGRESO AL CALOR de las noches sin aire. Voy al encuentro de un agosto antiguo, umbilical, primero, casi propio. Si camino despacio, despojada de prisas y miserias, puedo fijar la mirada en mis olvidos, recordar los años en los que el tiempo permanecía intacto, jugando al escondite con las esquinas de mi infancia. Un tiempo que giraba sobre sí mismo y cuyas agujas, fabricadas con el acero de los meses, se detenían siempre en el mismo horizonte despejado.
Yo guardaba un manojito de años en cada bolsillo, y un cubo, y una pala, y unas gafas de buceo compradas a toda prisa en Galerías Preciados en los primeros días sin colegio, y hasta un cacharro sobreviviente del agosto anterior lleno de conchas y pequeñas caracolas que escondí al fondo de un cuarto sin luz, justo antes de que llegara el invierno arrastrando la soledad de sus abrigos.
Y allí, donde se iniciaba la anarquía del verano, con sus largas noches de lunas incendiadas y de series de Chicho Ibáñez Serrador, esperándome, estaba el mar. El mar con sus olas tranquilas y su soberbio azul. El mar, con sus peces invisibles y sus mareas cumplidas, arrastrando sueños en barcos de plástico que naufragaban siempre a la orilla de mis arrugadas manos. El mar, con sus reflejos brillantes y psicodélicos, como un calidoscopio que contuviese todo el sol del mundo en sus cristales. El mar, con su olor a sandía recién cortada, a after-sun, a bocadillo de tortilla de papas. El mar, sonoro como nuestra risa.
Y admito que me faltan años por cumplir para justificar esta nostalgia triste que me asalta a veces. Aunque más que nostalgia es extrañeza. ¿En qué cuarto sin luz habré escondido yo tantos veranos?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Noches sin aire que traen recuerdos de un tiempo pasado, mil veces suspirado. Y en medio de ello, el mar como testigo único, fiel, imperecedero. Adolecemos al paso del tiempo, pero no a nuestros recuerdos. Siempre es bueno poder conservarlos.
Un abrazo grande.

Lena yau dijo...

El mar de la infancia ¿dónde está?...

Yo me siento coja desde que se fue.

Un beso, Olvido.

Tu texto me movió los cimientos.

cristal00k dijo...

Hay personas, a las que si no lo hiciéseis, os deberían obligar a escribir. Tú eres una de ellas.

La infancia es un camino sobre el que caminamos, incluso a veces a pesar nuestro...

Tus letras saben a final de verano, a ese primer día en que hay que ponerse la chaqueta. Y son bellísimas.

Un abrazo grande.

Anónimo dijo...

Un abrazo fuerte a ti, yurena. Gracias por pasearte por aquí y sentir mis letras pequeñas

Anónimo dijo...

Hola Lena. El mar de la infancia está debajo de nuestros pçarpados, de nuestra piel, como una placentera cicatriz que a todos nos ha marcado. Abrazos fuertes.

Anónimo dijo...

Cristal, gracias por tus elogios. A mí me cuesta mucho escribir, fijar mi pensamiento, mi sentimiento, expresarlo. Pero me gusta este volcarme, porque es auténtico. He leído cosas maravillosas, realmente increíbles, que me han hecho sentir, llorar, reír, reflexionar, gozar en el simple acto de la lectura y sorprenderme de la capacidad de transmitir... Y lo he leído en tu blog, en el de lena, en el de cat, en el de yurena... Y realmente pienso que tengo varios libros mágicos abiertos con los que he vuelto a sumergirme en las palabras, en las ajenas, que también, extrañamente, son mías. Besos

ConHMayúscula dijo...

Increíble!!! Me ha emocionado especialmente este texto!!
-Intenta volver a ese mar de la infancia, cuando miramos el mar el tiempo no va tan deprisa e incluso retocede...quizás vuelvas a ser niña otra vez...

El mar y yo tenemos una "relación" especial...y con tus letras has vuelto a tocar ahí..en ese lugar en el que las palabras rozan ese lugar privativo al que pocas personas acceden, pero tú tienes una facilidad tremenda para llegar y emocionarme!!

Un abrazo niña ;)

Anónimo dijo...

Gracias, Haridian. Qué suerte la mía poder llegar a ti directamente. Besotes fuertes. Disfruta de ese mar.