viernes, 28 de agosto de 2009

Tu piel me trae esta noche nuevos augurios.
Temblores letales en la cima del mundo.
Mi mente baila en la oscuridad sideral
de este escalofrío, cuenta estrellas en
todas tus curvas, entona melodías agudas
que parecen gritos imposibles,
se dispara como un vértigo
que siempre he ansiado.

Piel, dáme.
Dáme tu saliva,
tu esencia,
el rojo deshojado de tus labios,
la rabia de tus piernas aferradas
a la vida, el tacto
de tu tacto detenido
en mi escándalo. Dáme
el desasosiego, la marea,
la palma de tu mano alzada tras el combate
de tu cuerpo y el mío,
de tu muerte y la mía,
de tu suerte y la mía,
de toda nuestra sangre. Hasta la última
gota, la quiero en mí,
en mí tu descanso,
en mí tu infierno,
en mí el sol éncendiéndose,
en mí el mundo y su silencio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha sorprendido gratamente esta entrada. Distinta a las anteriores. Somos piel, química y electricidad. Intentar entenderlo es una férrea tarea.
Un abrazo grande.

cristal00k dijo...

Bucear en nuetro interior, está cada vez más difícil. Gracias por la ayuda.
Abrazos.

Marine Juliette dijo...

Piel que despela, pena que alegra, sol que abre y escupe polvo y la casa y el tiempo y el silencio vuelto gemido. Y la nada que asusta pero es todo. Y el deseo y la abundancia de palabras y el querer (t) y el decir(t).

(es raro el lenguaje de los amantes pensandolo bien)