jueves, 19 de noviembre de 2009

Incansablemente la miro. Sin que ella lo advierta, memorizo sus arrugas, sus ojos transparentes, sus escasas sonrisas, sus cuentos, sus recuerdos. Ha pasado el tiempo para ella, para mí, para todos. La vida misma ha ido pasando, doblegando su memoria, confundiendo sus movimientos, los nombres, las fechas, lo que hizo o no hizo hace un momento. Desgaste neurológico importante, diagnostica el especialista, que se afana en encontrar un nombre que etiquete lo que va a ser de ella de aquí en adelante. He dejado de tener miedo. La veo alegre, encendida, bella, como si con todo lo anterior le hubieran confiscado también pesados equipajes que nunca necesitó. Transita entre la lucidez y el despropósito, entre el sueño y el insomnio, entre la añoranza y el reencuentro.

3 comentarios:

Arantza G. dijo...

Ha soltado el equipaje de la vida y ya...solo le queda dejarse llevar.
Un beso.

Anónimo dijo...

me emociona encontrarme con esos rsotros que cuenta la historia a traves de sus ojos cansados pero con brillo.
Y a mi me da un alegro todavía mas grande cuando sé que sonríes por alguna huevada que te dije, ji ji ji!!
abrazos de colores

pd: aunque gata....adoro mojarme bajo la lluvia.:)

Yurena Guillén dijo...

La vida, muchas veces, es un sin sentido. No puedo evitar imaginar ese tránsito, ese espacio intermedio en el que el todo y la nada desvarían, en el que lo que fue y lo que nunca ha sido se disputan un par de viejos recuerdos.
Un abrazo muy grande.