martes, 15 de marzo de 2011

No me aferro a la tristeza. La dejo escapar, así, como quien suelta una cometa de muchos colores al viento en una playa querida. Alzó la vista maravillada, la sigo, la persigo, la alzo con mis manos a través de ese hilo invisible que la alimenta. Suelto con ella un poco de ilusión para que ascienda más alto, más bella, más imposible... Y se pierde en el horizonte, sin necesidad de despedirse.

2 comentarios:

Mixha Zizek dijo...

Me encanta tu fortaleza frente a la tristeza. Yo muchas veces me siento que necesito caer para fortalecerme. Y habitualmente es la tristeza la que me lleva a menearme ante lo inesperado, sin embargo al final uno se enfrenta y renace, besos muchos

Yurena Guillén dijo...

Adiós tristeza. Con la voz clara y rotunda, a pesar de que, los que somos de un tipo de naturaleza, sabemos que terminará retornando, abrazando nuestros días. De todos modos, admiro esa determinación. Te hace más fuerte.

Un abrazo grande.