jueves, 17 de julio de 2008

Alejandra Pizarnik


Alejandra. Siempre Alejandra... precipitada, inhospita, espesa como un bosque de cuento que nunca termina.
Alejandra y el silencio que se dice, que se escucha.
Un día me mire en tu espejo obsesinado de palabras, y niñas, y lilas en la memoria imposible. Un día tu palabra fue aliento deseperado que iluminó mi soledad de siglos hermanada con tus ojos de infancias anteriores capaces de reírse y llorar al mismo tiempo. Te leí entre las líneas de mis manos, extrañamente cómplice tú, tras tu muerte de mi muerte futura.
Alejandra, simpre alejandra, condesa sangrante de la palabra no dicha, de la plabra imposible, de la sed que no se sacia, del hambre que no se colma con nada. Luna cansada de su blanco eternamente condenada a otro color. Alejandra, Alejandra... Tiernamente devastadora tu poesía. Equilibrista con vértigo. Amante, ¨¿donde estas? Yo que soy también silencio, también niña, también herida que calla con ojos de eterna ausente. Alejandra...

1 comentario:

El guerrero del antifaz dijo...

Acabo de adentrarme en tu blog. No esperaba menos tu mundo que esta sensibilidad que es como dos manos suaves en una noche inhóspita difícil de entender. Sigues teniendo una sabiduría que me cobrecoges y que ayuda a entender y a enterderme en todo aquello que se me escapa aunque pase por delante de mis narices. Besotes. Nacho.