lunes, 27 de octubre de 2008

Caracol




He esperado, como un caracol espera el sol tras la lluvia, a que aparecieras.
Yo me había preguntado cuántos sueños tardarías en regresar.
Sabía que no había respuesta para ello.
Te he tenido que conceder el olvido.
La distancia. La tregua. Otra vida.
Hoy toca el desnudo integral que no es posible.
Cargo a cuestas varias generaciones extraviadas y una vocación de autismo
que me hace amar el silencio.
Hubiera preferido continuar dormida. Soñar todos esos sueños precisos.
No enfrentarme al temblor de tu nombre en mi piel. No entrar en guerra con mi conciencia.
Seguir desafiando a la locura, sin importarme como siempre
que me entendiera nadie, que nadie me viera romperme cada día,
alzarme cada día,
caminar a gusto entre las sombras,
buscar la mirada directa,
levantarme el vestido ante la luz,
dejarme llevar por el sonido del mar,
jugar como siempre a reír con ganas,
morirme para vivir de nuevo,
sin miedo, sin rencor, sin ansia.

Te he esperado uan aternidad.
Ignoro la edad que tiene mi espera.
Las arrugas de mi alma me hacen más niña de lo que parezco.
Y camino por el desasosiego, como si la luna estuviera siempre llena y yo andara tras tu pulso por esta ciudad que hace tiempo que abandoné a su suerte.
Las esquinas ya no me miran igual. Noto que sus callejones no me esconden y sus portales, esos que un día me salvaron, no se dejan abrir a mi tristeza.
Echo de menos las azoteas. Sus noches. La música de mi alma subiendo la cuesta del sueño. Los sueños.
He esperado, como un caracol espera el sol tras la lluvia, a que aparecieras.
Yo me había preguntado cuántos sueños tardarías en regresar.
Sabía que no había respuesta para ello.
No quiero encontarte en otra vida. Por qué tengo que concederte el olvido?
Olvidarme de tu pulso,
de tu olor,
de tu aliento.
Llegará el olvido. Lo sé. Aunque no quiera.
Aunque no quiera, mi memoria encontrará el sitio exacto donde ubicar tus huellas.
Y yo seguiré. Seguirás tú, ajena, convertida en anéctota,
en coincidencia,
en recurso.
En mentira.

Y yo no quiero eso para ti.
No quiero eso para mí.
Te pienso y te custodio
de los malentendidos,
de mi extrañeza,
del juicio de los otros,
de mi olvido cobarde,
de mis pobrecitas dudas,
de esta vida torpe que nos arrebata.
Estoy partida. Y no tengo tu voz desconocida.
Desconocida.
A ti me entrego.
Sin que tú lo sepas.
Nunca.
Siempre.
No tardes muchos sueños en regresar.
Por favor.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

......

hermoso.

Anónimo dijo...

Gracias.
Hermoso que lo digas.

wofusa dijo...

gracias por encontrarme :)

Anónimo dijo...

Gracias a ti por pasearte por aquí

Gárgola dijo...

La espera del caracol. La transposición de la claridad y las sombras. Me gustan tus poemas, como construyes tus vigilias y acaricias tus sueños.
Besos

Anónimo dijo...

La verdad Gargola es que me encanta que te guste lo que escribo, es lo mejor de haber hecho este blog, primero, que estoy escribiendo mucho, lo cual es para mí fundamental para entenderme un poco mejor, y segundo, que lo comparto, que es algo enormemente satisfactorio. Además, después me pongo a visitar tu página o otras muchas y hay cosas tan impactantes, tan rotundas, tan auténticas. Un beso.