miércoles, 29 de octubre de 2008



Hoy ha llovido sobre mi ciudad de océano. Ha llovido intenso. Intermitente. A ratos el sol convivía con la lluvia y resultaba como un juego de niños. Alegre. Nuevo.
También ha nevado. En el Teide han caído las primeras nieves y aquí, al nivel de mar, se nota el frío que llega desde lo alto, como un abrazo gigante.
La lluvia siempre limpia y yo, mientras veía caer el agua, me sentía, de algún modo antiguo, descargada. Como si fuera una nube gris, encapotada, eléctrica que necesitara caer sobre el asfalto.
La tormenta ha pasado. Las piezas empiezan a coincidir en su lugar. Lo único que no sé es si este lugar es tan sólo provisional y mañana levantarán la tienda de campaña para peregrinar y reclamarme otro territorio.

Escribo y escribo.
Es lo único que hago desde que llegué de Málaga.
Eso y tocar el saxofón, tan olvidado. He retomado mis clases y estoy contenta. De resto, intento darme una tregua. Demasiado intensa incluso para mí misma.
Octubre se va, pero ha sido fiel a su costumbre.
Definitivo.
Inolvidable.
Conflictivo.
Caótico.
Desbordante.
Maravilloso.

4 comentarios:

Gárgola dijo...

Caótico, desbordante, Maravilloso!!!!!!
besos (sin el frío polar que nos ha llegado de sorpresa)

Anónimo dijo...

Octubre ya se va. Desbordante, en efecto. Gracias por visitarme y dejarme siempre tu entusiasmo contagioso

MARAIA BLACKE dijo...

Bueno iba a comenzar mi comentario con las mismas palabras que gargola...pero ni modo...
Te agradezco tu paso por mi blog y tus palabras y te espero por alli cuantas veces quieras...mientras yo pasearé por el tuyo que se presenta muy bello...
Saludos!

PD. Este relato es impecable.

Anónimo dijo...

Gracias maraia, no sabes cuánto me alegro de que me me hayas leído. Decir que me ha encantado como esc ribes. Y cuando digo encantado es sabiendo lo que para mçi significa el encantamiento.