miércoles, 27 de agosto de 2008

Acabo de encontrar este cuento que yo desconocía de Hermann Hesse y que colocó más abajo (la foto la tenía guardada del día 21). Es un cuento precioso, triste, enigmático, que habla de la condición humana y de los valores salvajes y olvidados, del instinto, de la belleza, de la vida y de la muerte. Hermann Hesse marcó una parte importante de mi vida, una etapa floreciente y descubridora en la que leí, como otros muchos de mi generación, el Lobo estepario, Damian, etc... La última vez que me leí el Lobo estepario fue en Málaga, el año pasado. El libro lo había prestado hace muchos años y para mí fue muy especial acudir a una librería de Nerja y adquirir un ejemplar de ese mágico libro que me abrió tantos horizontes y me planteó tantas interrogaciones que, hoy por hoy, gracias a dios, aún persisten. Su lectura fue nueva, aunque permanecía intacto un sentimiento de hermandad que me unió a este autor hace mucho tiempo. El caso de Hermann Hesse es interesante. Profundamente cultivado, podía hablar y escribir y pensar sobre los más diversos temas, desde música hasta poesía. Bueno, en realidad era un filósofo que reflexionó siempre sobre sí mismo y sobre los demás. Lo más parecido que he encontrado a Hesse en este sentido ha sido Milan Kundera, cuyos ensayos son maravillosos, y a Lorca, que era un gran músico, un gran poeta, por supuesto, un gran dramaturgo, pero, sobre todo, yun incondicional de la vida y de la paz. También los ensayos de Lorca sobre las distintas nanas o canciones de cuna de las regiones de España son emocionantes, así como sus disertaciones sobre el duende, sobre el cante, etc... Bueno, lo cuelgo aquí para compartir este hallazgo simple y sublime.

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