miércoles, 20 de agosto de 2008

Tragedias

Trabajar en un medio de comunicación de alguna forma te endurece. Llevo 19 años en el cierre de un periódico. En estos años he visto y leído de casi todo. Desde la guerra del Golfo, Irak, el genocidio de Ruanda, accidentes múltiples, violaciones, asesinatos, violencia de género, el atentado de las Torres Gemelas, el 11-M, y más y más violencia, y más y más dolor... No repaso los acontecimientos políticos porque realmente toda me resulta una gran farsa. Hoy, 20 de agosto, ha sido trágico. Es absurdo, porque fríamente, todos, absolutamente todos los días, acontecen catástrofes de uno u otro signo. La diferencia es que están más o menos lejos, a una distancia que hace que los que estamos al otro lado nos creamos que se trata de un mal sueño, el mal sueño de otros. Ahora, en este mismo instante, aún desconocemos los nombres, los oficios, los sueños truncados, el dolor de los que esperan saber los nombres, los supervivientes. Había muchos canarios, muchos niños... Cuerpos calcinados, supervivientes desconcertados, familiares destrozados, palabras que fueron las últimas sin saberlo.
Hoy, prefiero dedicarme a corregir deportes, pasar de puntillas por las fotos, las cifras, las anécdotas, las coincidencias. El destino los reunió en un avión. Para otros será la casualidad, el mal estado de la flota de aviones de una compañía, un fallo humano de primera o última hora... Qué más da. Yo lo siento. Siento ser una expectadora que no alcanza a entender a veces qué dimensión tiene la vida y la muerte. No sé... He perdido a varios seres queridos, pero no me puedo imaginar tanto sufrimiento. No quiero. Descansen en paz.

2 comentarios:

Gárgola dijo...

" He descubierto lo que ignoran los griegos: la incertidumbre". La lotería de Babilonia. J.L.Borges

Tragedias diarias, pequeños y grandes desastres. La dimensión del inabarcable por el ‘sentimiento del mundo’. Falta la lógica y las estadísticas siguen insistiendo en la improbabilidad del suceso. Una vez más, nos volvemos a preguntar el significado y alcance en medio del sinsentido cuotidiano. Probablemente, en algún lugar que no conozco y que no logro entender, allá estará…Mientras tanto, sigue la tangibilidad del abrazo o de las palabras que muchas veces no están en el diccionario.
PD. Ayer, cuando te escribí el post, aún no me había enterado del accidente, de seguida cuando lo supe, pensé en Chun, en Cuchi y en ti...

Anónimo dijo...

Quienes trabajamos en los medios aprendemos a endurecernos, a gestionar la información para que sean los otros los que sientan, los que juzguen, los que lamenten. Nos ponemos la coraza y escribimos para que quienes están al otro lado cuenten con todos los datos, con la precisión imposible. Sin embargo, cuando ocurrió esta catástrofe, intentamos pasar de puntillas, nos quedamos ojipláticos sin remisión. Sólo escuchando, mirando tanto dolor. Sin creer que pudiera ser posible. Y tuvimos que reprimir más de una lágrima en nuestro intento frustrado de ser objetivos. Un besazo.