sábado, 9 de agosto de 2008

Entre las miles de tonterías, necedades, mentiras, curiosidades y sucesos que he corregido hoy estaba ésta: el ser humano tiene al día unos 50.000 pensamientos y el 80% de ellos son negativos. Nefasto. Si ya de por sí, siento un rechazo visceral por las estadísticas, hay algunas que son verdaderamente absurdas. Absurdas, porque, para empezar, en ninguna de ellas estoy yo y dudo mucho que alguien se pueda sentir retratado con este tipo de sentencias. Ignoro que cifra suman mis pensamientos diarios (¡sólo me faltaba eso!), pero lo que sí puedo asegurar es que, ni por asomo, mis pensamientos son en un 80% negativos (?). Más allá del dato, de la estadística, de la vocación generalista de todos los medios informativos me quedo con otro tipo de información que no trasciende y que sí habla de cómo influye el pensamiento negativo o el positivo en nuestras acciones y en nuestro estado. Masaru Emoto, licenciado en Medicina Alternativa, se ha dedicado a la investigación de distintos tipos de agua. A través de un método de resonancia magnética ha logrado fotografiar distintos tipos de agua. Su hipótesis es que los cristales del agua reflejan la esencia de ésta. En un artículo que encontré sobre él me quedé fascinada con su mensaje. Aquí lo reproduzco casi literalmente. Al parecer, en 1994 Emoto tómo unas muestras de agua de una fuente de agua pura en Japón, congeló unas pocas gotas y las examinó bajo un microscopio electrónico y las fotografió. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cristalinos parecidos a copos de nieve. Emoto tomó entonces agua de un río contaminado, la congeló, fotografió unas gotas y comprobó que la imagen que aparecía en ellas no era un hermoso hexágono sino una forma desestructurada. Es como si el agua fuera sensible al entorno donde se halla. Emoto nos quiere hacer ver a través de sus investigaciones que el agua no sólo recoge información sino que también es sensible a los sentimientos y a la consciencia.
Julián Peragón, autor del mencionado artículo, que incluye una entrevista muy interesante con Emoto, agrega que, si es cierto, como parece desprenderse de las investigaciones del japonés, que los cristales de agua se deforman ante cualquier mensaje, voz, sentimiento, música que se transmita en su entorno modificando su misma estructura molecular, realmente nos encontraríamos ante un descubrimiento espectacular, porque, entre otras, nuestro cuerpo tiene más de un 60% de agua en su estructura.

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