jueves, 28 de agosto de 2008



Hubo un tiempo en que mi vida giró alrededor de las coincidencias. La intensidad me latía y los silencios construían en mí poemas interminables. Había heridas que yo creía imposibles de cicatrizar. De hecho la vida era una gran herida que sangraba y sangraba en abundancia y sin freno. El día estaba lleno de pequeñas tragedias que me hicieron fuerte, no más dura, no mas insensible, no más incrédula... No se trataba de eso. Se trata de la piel. De lo que duele sentir la plenitud. De trababa de la autenticidad, del riesgo, de la apuesta por uno mismo. Se trataba de nombres propios, de ausencias difíciles, de amores sin tregua, y de mi imposibilidad de comunicar todo eso. Se trataba también de equívocos, como ahora, como siempre. De la ambiguedad, del no saber hacia donde, por qué, para qué, hasta cuándo.
Ese tiempo estuvo marcado de música, de poesía, de lecturas, de vagabundeos, de coincidencias imposibles y de desencuentros ignorados. Un laberinto donde confluían mi deseo naciente y el deseo de los otros, de mi imposibilidad de nombrar mi temblor, mi miedo, mi complejidad y mi simplesa. Mina tiene que ver con esa época y con ésta, en la que sigo siendo.

3 comentarios:

Gárgola dijo...

Casualidades...No me las creo! Sincronicidade: posibilidad de ir mas allá de nuestra limitada consciencia.
Ambigüedades: siempre! Coherencia: depende...
Me gusta!
Um abraço des del “trópico utópico” (férias!!! en Brasil)
PD. Gracias por tus comentarios...

Anónimo dijo...

Bueno, las casualidades, las coincidencias son, bajo mi punto de vista, o mejor dicho, desde mi limitada y subjetiva experiencia, la contentación insconciente de una llamada. O sea, algo maravilloso.
Gracias a ti. PáSALO BIEN!

ggarbo3 dijo...

No sé, a veces las coincidencias me estremecen. Si no, nada más échate una mirada a mi blog.

Saludos,
Cris